La búsqueda de la felicidad (fragmento)Victoria Camps
La búsqueda de la felicidad (fragmento)

"Wittgenstein, que empezó siendo un positivista lógico obsesionado por entender y explicar la fundamentación lógica de la matemática, desarrolló al mismo tiempo una faceta mística que en su momento le valió la incomprensión de sus contemporáneos más cercanos, como Bertrand Russell y Gotlob Frege. Se jactaba de no pertenecer a la estirpe de los filósofos y, aunque llegó a doctorarse en filosofía y a ejercer de profesor en Cambridge, nunca aguantó mantener una carrera académica continuada. Una de las primeras obras filosóficas que leyó fue El mundo como voluntad y representación de Schopenhauer, y quedó fascinado por ella. Cuentan que se sabía de memoria Los hermanos Karamazov de Dostoievski, a quien veneraba. Otro escritor de su devoción fue Tolstoi, cuyo Evangelio abreviado produjo en él una especie de conversión religiosa durante los años 1914-1916. La experiencia de la Gran Guerra, que vivió en primera persona, unida a las lecturas de autores de honda preocupación metafísica o existencial, fueron elementos clave para que, en la elaboración del libro que lo catapultó como filósofo de primera línea, el Tractatus logico-philosophicus, su interés se fuera ampliando, con sus propias palabras, «de los fundamentos de la lógica a la esencia del mundo».
En 1914, cuando Wittgenstein estaba trabajando en la redacción del Tractatus, estalló la Gran Guerra. Él se alistó como voluntario en el ejército y no paró hasta que, en 1916, fue enviado a combatir al frente ruso. Según Ray Monk, el biógrafo más autorizado de Wittgenstein, en una de las ofensivas más feroces de la contienda Wittgenstein fue herido y estuvo a punto de perder la vida, y ahí fue cuando cambió el sentido del Tractatus, que dejó de ser un libro solo de lógica para referirse también a «los grandes problemas de la humanidad». El significado de la fe en Dios, la vida como un destino incontrolable, la relación del sujeto empírico con el sentido de la vida, el vínculo entre querer ser feliz y ser feliz de verdad, todas estas ideas se agolpan en el Diario que Wittgenstein escribe durante la guerra, un texto que es a la vez un diario de campaña y un diario filosófico. Esas ideas sobre el sentido del mundo las reproducirá luego en las últimas páginas del Tractatus, allí donde el autor reconoce que lo que le mueve no es solo un interés por la lógica sino por la ética. "



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