Prado florido (fragmento)John Galsworthy
Prado florido (fragmento)

"En un centro literario como Londres, donde casi todos los días se publican media docena de libros nuevos, la aparición de un tomito de versos es, generalmente, un hecho sin trascendencia. Pero las circunstancias hicieron que la publicación de El Leopardo y otros poemas fuera un «acontecimiento literario». Se trataba de los primeros versos que Wilfrid publicaba desde hacía cuatro años. Él era una figura solitaria, que se distinguía por un talento artístico raro en la vieja aristocracia, por el sentido de amargura y la vivacidad de sus versos precedentes, por su permanencia en Oriente, que le había mantenido apartado del mundo literario, y finalmente por el rumor que corría sobre su conversión al islamismo.
Cuando, cuatro años antes, apareció su tercer tomo, alguien le había calificado de «pequeño Byron»; la frase fue afortunada. Además, había encontrado a un joven editor que dominaba el arte de «lanzar» a un autor. Desde que recibió el manuscrito de Wilfrid, el editor se puso a dar comidas y cenas, y a recomendar a la gente que no dejara de leer El Leopardo, la obra más sensacional en poesía después de la publicación de El Sabueso del Cielo. A la pregunta: «¿Por qué?», contestaba con guiños y con medias sonrisas. ¿Era cierto que el joven Desert se había hecho musulmán? Desde luego. ¿Y estaba en Londres? Naturalmente. Pero era el más tímido y extraño animal de la grey de los literatos.
El que personificaba la Editorial Compson Grice, intuyó desde el principio que tenía entre manos algo «sensacional». No gustaría a la gente, pero se hablaría de ello. Iría aumentando como una bola de nieve que rueda cuesta abajo. No tenía más que darle el primer empujón, y si lo hacía con convicción, nadie podía ejecutar este acto mejor que él. Tres días antes de la aparición del libro, por una afortunada casualidad, encontró a Telfourd Yule. "



El Poder de la Palabra
epdlp.com