La ciudad de los locos (fragmento) "Tienes la imaginación envejecida, Palmeta. Ocurre que como á nuestro dulce caballero Don Quijote de la Mancha, alguien te ha encantado. Algún Hada maléfica te ha transformado en león. Gracias a mí; gracias a mi conjuro, has vuelto a ser hombre... ¿No es cierto, Juan Nariz?—agregó dirigiéndose a mí. Ante el alto honor de esa consulta, yo, inmediatamente, le contesté a mi maestro que sí, que era cierto... Estaba mareado. Yo vi, lo juro, un león que, al oír el grito de Tartarín, se transformo en un maestro de escuela... Era justo, por lo tanto, que yo creyera en ese milagro. ¡Y, en verdad, ha sido un milagro! Transformar un león en un señor Palmeta... Lo gracioso es que Palmeta no se convencía de que alguien lo hubiera transformado en león. ¡Qué imbécil! Pero, hoy "Tartarín lo invitó a comer gallinas y patos en su casa. Lo encontré a Palmeta cuando salía de la de Tartarín. [...] Una bruja, tal vez la vieja Floripón, me encantó con sus maleficios. Me transformó en un furioso león de las selvas vírgenes. Felizmente, Tartarín con una simple palabrita mágica, me transformó de nuevo en hombre y dejé de ser león. Palmeta se alejó. Me quedé pensando en la eficacia de las gallinas y los patos de Tartarín. Como elementos* de lógica, me parecieron sabrosísimos... [...] La leña crepitó. Las llamas alcanzaron el cuerpo de Juan Nariz. Como estaba cubierto de alquitrán, ardió fácilmente. Sus alaridos, en vez de horrorizar a la concurrencia, la encantaban. En realidad, el espectáculo era novedoso. Era interesante contemplar aquella tea humana que ardía y que gritaba... No se sabía si eran las lenguas de fuego las que lanzaban al aire gritos de furor o si eran los gritos los que ardían de rabia... En una esquina, Tartarín Moreira se hundía en el sueño de la contemplación. A su lado, mirando la escena, Rosaura reía... —¿Me quieres, Tartarín?—le murmuraba. A cada alarido que lanzaba la tea, los dos se besaban apasionadamente. " epdlp.com |