Los muertos estaban quietos (fragmento)Juan Miguel de Mora
Los muertos estaban quietos (fragmento)

"Comprendo un poco a los que piensan que el viejo vigor hispano se ha rendido ante Franco. No se ha rendido, ha sido machacado; no ha pedido armisticio, ha sido aplastado. La gente de Madrid está apagada, ésa es la palabra. Apagada como una gran cantidad de antorchas que apenas unas horas antes llenaban de luz y de vida cuanto las circundaba, ponían en el mundo reflejos de su llama y se hacían ver de muy lejos, y ahora son sólo un montón de palos manoseados con una cabeza negra y chamuscada. Palizas, torturas, condenas a presidio, asesinatos. Y después nuevamente: asesinatos, presidio, torturas y palizas. Y en torno a eso mentira y más mentira, preparación intelectual de un régimen sin intelecto, lavado de cerebro, creación de lo que ellos llaman "nacional-sindicalismo". (Hay en el mundo tres sistemas de gobierno —enseñan a las muchachas en el "servicio social" de falange femenina—: el comunista, que es malísimo, el capitalista, que es menos malo, y el nacional-sindicalista, que es el de España, el mejor de todos.) Así veinticinco años. Cinco lustros, casi una generación. Por eso España —por eso y por la situación económica y social— es hoy el país más atrasado de Europa, título que nadie puede disputarle.
Estoy en Madrid, maestro Pagés, y tengo el corazón oprimido y siento en el espíritu una angustia que no tuve en Euskadi. Estoy en Madrid y tengo miedo, un miedo que no sentí en Bilbao, ni en Bermeo, ni en Guernica. Tengo, yo también, miedo a la policía, miedo a que me agarren y me torturen, miedo al terror implantado por el régimen para lograr esto mismo, que todos tengamos miedo. Aquí no siento el vigor latente del país vasco, la fuerza enorme de Euskadi, que brota por entre los dedos de la policía franquista y se plantea en la calle, por encima del gobierno y su fuerza bruta, para proclamar que ahí hay un pueblo valiente en pie de lucha. "Para mí —me decía un resistente vasco— la guerra no ha terminado." Creo que para Madrid sí acabó, hubo un instante en que se terminó todo: la guerra, la vida, el instinto de conservación. Estoy en Madrid, maestro, estoy en Madrid y tengo miedo. "



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