El laberinto junto al mar (fragmento)Zbigniew Herbert
El laberinto junto al mar (fragmento)

"Cuentan las leyendas que la diosa Atenea en persona supervisó las obras. Cuando uno de los mejores artesanos cayó del andamio y quedó mortalmente herido, Atenea se le apareció a Pericles en sueños para recomendarle un remedio milagroso capaz de salvar la vida del operario. Este relato parece proceder directamente de las crónicas de los constructores de las catedrales góticas.
El monte en cuya cima se erigen los templos de la Acrópolis es hermoso: por tres lados, unas vertientes abruptas, casi verticales, de un gris azulado, y sólo por el lado del mar hay un acceso más suave. Así y todo, la ascensión del monte sagrado ha sido siempre un peregrinaje arduo. La roca de la Acrópolis tiene cincuenta metros de altura. La cima es plana y forma un triángulo, cuya base mide ciento cincuenta metros, y la altura, trescientos. Estas cifras bastan para descubrir en ellas el módulo natural y el principio de la proporción, como si la tierra misma sugiriese el primer compás a los ritmos arquitectónicos.
Se accede a la Acrópolis a través de la llamada Puerta Beulé. Una dramática inscripción escrita en griego informa de que Francia descubrió la puerta, las murallas, las torres y las escalinatas. La fecha: 1856.
Lo que el arqueólogo francés llamó entrada principal creyendo que provenía de la época clásica no era más que un espacio libre entre dos pilones construidos en época del Imperio romano tardío y desprovistos de cualquier elemento arquitectónico griego. Probablemente se remontan a los tiempos en que la Acrópolis tuvo que defenderse de los bárbaros del Norte.
Al parecer, no hay lugar mejor conocido por los arqueólogos que la topografía de la Acrópolis. Las guías turísticas que explican a grandes rasgos la distribución de los principales edificios en la época de Pericles contribuyen a crear esta opinión. Sin embargo, no debemos olvidar que la colina sagrada estuvo habitada desde el Neolítico. Encontraremos allí las huellas de un palacio de la época micénica y fragmentos de una construcción ciclópea parecida a las que podemos contemplar en Argos y en Micenas. Probablemente había también templos de madera, y luego de piedra, erigidos por los tiranos. Allí fueron enterrados los legendarios primeros reyes de Atenas. Allí se buscaba amparo contra las incursiones enemigas. La Acrópolis conservó este doble carácter de fortaleza y de lugar de culto durante los largos milenios de su tempestuosa historia. "



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