La sal de la tierra (fragmento)Pável Florenski
La sal de la tierra (fragmento)

"Éste es el ayuno que practicaba el staretz. Pero valoraba más la oración; vivía y respiraba en ella, y de ella se alimentaba. Sin interrupción pronunciaba mentalmente la oración de Jesús, y sobre esto da testimonio el staretz Abraham.
En la esquina de su «éremo interior» oraba con frecuencia por largo tiempo de rodillas sobre una gran piedra, imitando a Serafín de Sarov, el Taumaturgo. En cada oración de vísperas y en cada liturgia permanecía hincado de rodillas sobre el frío suelo en el coro inferior de la iglesia de San Filaret, el Clemente. Sin cesar recordaba al Señor Jesucristo y con frecuencia, con una sincera emoción interior, repetía la oración de sus cinco llagas, que el lector conocerá más adelante, si es que Dios bendice a quien esto escribe permitiéndole llegar hasta el final de esta narración.
Por lo demás, uno no es capaz de determinar qué es lo más importante del padre Isidor (se entiende, en lo referido a su heroico ascetismo orante). El hombre necesita respirar; pero si te pidieran, lector, que dijeras algo sobre la respiración de tu padre según la carne, ¿podrías acaso contar muchas cosas? Poco, pues la respiración es demasiado natural para el hombre. Del mismo modo, para el batiushka abba Isidor también la oración era demasiado natural. Nosotros no notábamos en él esta respiración de la gracia de Dios. Como tú no notarías la respiración del aire por tu padre según la carne. Otra cosa sería si tu padre según la carne respirara aire de tanto en tanto y lo mismo le sucediera a nuestro padre según el espíritu, si respirara la gracia una o dos veces al día o, aún más, a la semana. Pero no era ésta la vida de oración del staretz. Todo el mundo sentía que el padre Isidor no dejaba de rezar ni durante la conversación, ni durante los quehaceres domésticos; y, sin embargo, nadie se atrevía a preguntarle sobre ello. A decir verdad, sería ocioso y estaría de más hacer estas preguntas. "



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