Beso feroz (fragmento)Roberto Saviano
Beso feroz (fragmento)

"El bajo era como una porción de orden en el caos de los muros entre los que estaba encajado. Las pintadas de un grafitero se interrumpían al llegar a la puerta de caoba que Greta lustraba todos los fines de semana y continuaban pasado el marco de la ventana. Abrió la puerta, empujó dentro a los niños y se quedó en el umbral esperando a que Emma entrara también. Michelino y Susy se sentaron a una mesa ya puesta que separaba la cocina del resto de la casa, y ella, después de cerrar la puerta con tres vueltas de llave y entornar los postigos de la única ventana que había, encendió el fuego y puso a calentar pasta con salsa de albóndigas. Emma vio el televisor, lo encendió, zapeó hasta encontrar un canal en el que emitían dibujos animados, subió el volumen hasta que la voz de Masha ahogó el ruido de los coches que pasaban por la calle y se acercó a Greta.
[...]
Desde el día en que se sintió tocada por la gracia divina, se había vuelto más severa con él. Había renunciado al programa de protección, pero la trabajadora social le decía constantemente que era peligroso volverse atrás, que ella ya había hablado con la policía (y, aunque esto no se lo hubiera dicho, ya les había dado sus nombres) y le insistía en que no podía cambiar de idea.
Pero sí se podía, yo lo he hecho, se decía: antes ese era el único camino, ahora ya no. También Emma la llamaba para pedirle que se lo pensara o aparecía en su casa sin avisar, pero ella estaba segura. Estaba tan segura de su decisión que una noche, cuando iba a trabajar al hospital, se desvió para el puerto. Se acercó todo lo que pudo al mar, se aseguró de que no hubiera más testigos de lo que hacía que las gaviotas, sacó del bolso un envoltorio de trapos y lo arrojó al agua. Había hecho aquel hatillo para olvidar que dentro estaba la pistola con la que su hijo se había convertido en un asesino. La bola de trapos flotó unos segundos, luego se abrió y dejó caer al fondo la pistola. Eduardo ya no corría peligro, solo tenía que portarse bien. Pero él, en lugar de ser bueno como un cordero, le traía aquel engaño del préstamo y aquel préstamo seguro que era cosa de la banda de los Niños y ya solo eso era ofender a la providencia. "



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