La gran fortuna (fragmento)Olivia Manning
La gran fortuna (fragmento)

"Cuando terminaron con las presentaciones, Inchcape y Clarence se desentendieron de la fiesta. Harriet tardó unos minutos en darse cuenta de que no les había hecho ninguna gracia encontrarse con más invitados. La idea original era una cena «familiar» para todos los que trabajaban juntos en la misma organización, pero por lo visto nadie les había advertido de los cambios. Los dos clavaron la vista en el suelo. Cuando le invitaron a sentarse, Clarence se desplazó al extremo del grupo, permaneció en silencio y apoyó la cabeza contra la pared. Por su parte, Inchcape, con las piernas cruzadas, hacía girar la elegante puntera del zapato sin apartar los ojos de aquel punto, disimulando su enfado con un gesto superficial de estar pasándoselo bien.
Antes de que nadie empezara a hablar, Despina cruzó a toda prisa la sala dando portazos y luego volvió a entrar con Bella. Detrás de Bella iba Nikko.
Por lo que Bella contó, su Nikko le había sido devuelto justo media hora antes. Mientras pedía disculpas por haberlo traído sin avisar, no podía disimular el inmenso orgullo que sentía por él. Nikko no parecía tan a gusto en la reunión como su esposa. Por consejo de Bella, sin duda, se había vestido de manera informal, y ahora miraba inquieto, con la cabeza gacha, cómo iban vestidos los demás hombres. Cuando comprobó que su atuendo no desentonaba, se relajó, se volvió hacia Harriet, hizo una inclinación de cabeza y le entregó un ramillete de claveles rosados.
Una vez se hubieron sentado todos de nuevo, Inchcape apretó los labios y miró con el ceño fruncido a Clarence, quien le devolvió la mirada con los ojos abiertos de par en par. Por nada del mundo se esperaban encontrarse a los Niculescu en la cena, de modo que los dos se sentían a disgusto. Harriet se fijó en que, a pesar de llevarse mal, los dos hombres reaccionaban de la misma manera: se mostraban retraídos y recelosos y se negaban a adaptarse a la nueva situación. Y en aquel momento, Harriet no tenía tiempo para intentar calmar a nadie.
Despina, orgullosa de su capacidad de improvisación, recogió las sillas más pequeñas en las que estaban sentados los invitados y se las llevó a la mesa. Luego anunció: «Poftiti la masă». En la mesa, además de la vajilla de porcelana blanca y las servilletas de los Pringle, había dos platos amarillos con servilletas de color rosa. Y aparte de las seis sillas también se habían colocado el taburete de la cocina y la cómoda del baño cubierta con un tablero de corcho. Era la primera cena con invitados que Harriet organizaba en su vida y se había topado con unos líos que habrían hecho llorar a cualquiera.
Cuando todos estuvieron sentados, los comensales casi no podían mover los brazos por la falta de espacio. Nikko, que estaba medio aplastado contra el cuerpo de Yakimov, no paraba de mirarlo de reojo. "



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