Rimbaud (fragmento)Edmund White
Rimbaud (fragmento)

"Siendo yo un desgraciado adolescente gay, sofocado por el aburrimiento y la frustración sexual, y paralizado por el odio hacia mí mismo, anhelaba huir a Nueva York y triunfar como escritor; me identificaba completamente con los deseos de Rimbaud de ser libre, de ser publicado, de ser sensual, de ir a París. Lo único de lo que carecía era de su arrojo. Y de su genio. Dedicaba las tardes, cuando la mayoría de los demás chicos hacían deporte, a hacer a toda prisa los deberes. Así estaba libre durante las dos horas de estudio obligatorio al final de la tarde para trabajar en mi novela. Escribí una primera novela y, luego, una segunda. Mi madre, siempre indulgente, pidió a su secretaria que mecanografiara mis nítidas páginas manuscritas. Mi idea era que las mandaría a un editor de Nueva York, quien las aceptaría, yo ganaría una fortuna y huiría. Abandonaría mis dos hogares, el paterno y el materno (mis padres estaban divorciados), me liberaría de su dinero, dejaría mi escuela ¡y me mudaría a Nueva York! Imaginaba que un hombre mayor se enamoraría de mí y lo haría todo por mí.
Por alguna razón nunca mandé mis manuscritos. Quizá no sabía dónde mandarlos; después de todo, nunca había conocido a un escritor profesional, y se me hacía tan factible que una criatura así de fabulosa habitara nuestro mundo del medio oeste americano como ver pasar de repente a un unicornio al galope por delante de las ventanas de mi dormitorio. O quizá temía que alguien aceptara mi libro, que lo publicaran, que me viera obligado a realizar todas mis fantasías; y la idea de ver cumplidos mis deseos se me hacía más alarmante que prolongar mi dependencia y mi frustración. Después de todo, en el decimonónico pueblo católico de Rimbaud, quizá un homosexual fuera un pecador o un criminal, pero en la Norteamérica freudiana de los años cincuenta, era un enfermo que requería un tratamiento urgente. Un pecador podía insistir en querer ser un Hijo Pródigo, un criminal podía querer ser irredimible, pero nadie podía luchar por el derecho a ser un enfermo. "



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