Meditaciones en tiempos de crisis (fragmento)John Donne
Meditaciones en tiempos de crisis (fragmento)

"¿De dónde podríamos extraer mejor argumento, prueba más clara de que toda la grandeza de este mundo se basa en la opinión de los otros, y de que no posee realidad alguna en sí misma, ni capacidad de subsistencia si no es en el corazón del hombre? El cual siempre está activo y en movimiento, siempre ocupado, siempre aplicado en hacerlo todo y en proporcionar todas las facultades y los poderes con todo lo que halla en ellos. Pero si un enemigo se atreve a levantarse contra él, en seguida peligra y rápidamente queda derrotado por doquier. El cerebro aguanta más tiempo, y el hígado todavía más, ellos soportan una ocupación; pero un calor excesivo o un calor nocivo hacen estallar el corazón, como si fuese una mina, en un minuto. Y, sin embargo, comoquiera que el corazón tiene un derecho natural y de primogenitura, como es el hijo mayor de la naturaleza que tenemos, la parte que nace primero a la vida en el hombre, y las otras partes, cual hermanos menores o servidores de la familia, dependen de él, por eso se le cuida sobre todo a él, a pesar de no ser la parte más fuerte, al igual que el mayor, a menudo, no es el más fuerte de la familia. Y como el cerebro, el hígado y el corazón no forman un triunvirato en el hombre, una soberanía equitativamente repartida entre los tres para su bienestar, ni entre los cuatro elementos para su propio ser, sino que el corazón sólo ostenta el principado y el trono, como rey, los otros, como súbditos, si bien en un puesto y con una función eminentes, deben intervenir como los hijos hacen con sus padres, como todos hacen con sus superiores de cualquier clase, aunque esos padres o superiores, con frecuencia, no sean más fuertes que los que se someten por obediencia a los que son más débiles. Y esta obligación no se debe a un segundo dictamen de la naturaleza, a consecuencias o conclusiones de la naturaleza o derivadas de ella con el tiempo (como muchas de las cosas que nos limitan por la ley natural, pero no por la ley primera de la naturaleza: así todas las leyes de la propiedad de lo que poseemos se ajustan a la ley natural, que es darle a cada quien lo que le corresponde, mientras que según la ley primera de la naturaleza no existía la propiedad, no había meum o tuum, sino una comunidad universal de todas las cosas; asimismo, la obediencia a los superiores se ajusta a la ley natural, mientras que en la ley primera de la naturaleza no había superioridad ni magistratura), pero esta participación de todos para asistir al soberano, y de todas las partes al corazón, procede del primerísimo dictamen de la naturaleza, que es, en primer lugar, ocuparnos de nuestra propia conservación, cuidarnos a nosotros mismos ante todo. Por eso, en este momento el médico deja a un lado el cuidado del cerebro y del hígado, pues es posible que sobrevivan sin atenderlos de forma especial, pero no es posible que sobrevivan si perece el corazón. "


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