La caza del Carualo (fragmento)Lewis Carroll
La caza del Carualo (fragmento)

"Buscaron con dedales y cuidado, cazaron con afán y tenedores, lo emboscaron con bonos del Estado, lo hechizaron con guiños y jabones…
Mas propuso sagaz el Carnicero el plan de incursionar por separado: y en un lugar ignoto fue a fijarse, que era un valle funesto y desolado.
Se le ocurrió al Castor la misma idea, y elegir supo incluso el mismo enclave; más del rencor que traslució su rostro ni hablando ni por señas dio la llave.
Sólo atento al Carualo le juzgaron y al discurrir magnífico del día; y pasaron por alto el que espiara el ingreso del otro en esa vía.
Como el valle más hondo se volviera y la noche más fría y más oscura se encontraron —no por bondad, por nervios— avanzando cintura con cintura.
Se oyó quebrar el cielo un alarido y supieron que el riesgo andaba cerca; palideció el Castor hasta la cola y al Carnicero le tembló una tuerca.
Luego pensó en su infancia, tan remota, inocente y feliz cual la cigarra…,
¡tanto se le antojaba aquel sonido una pluma que rasga una pizarra!
«¡Es la voz del Sonsón!», gritó al instante («zopenco» era el apodo de aquel hombre).
«Tal diría el Heraldo —dijo altivo—, ya una vez le he llamado por su nombre.
»¡Es del Sonsón la nota! Echad la cuenta, veréis que dos avisos van seguidos.
¡El canto es del Sonsón! Probado queda, si tres veces constato esos gañidos».
Con esmero el Castor iba escuchando y contando a la vez cada palabra, pero al tercer aviso alzó un lamento que pronto se volvió greja macabra.
Celoso y cauteloso tal cual era, creyó la cuenta haber enmarañado; y los sesos se devanaba el pobre tratando de llegar a un resultado. "



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