Pensadores Rusos (fragmento)Isaiah Berlin
Pensadores Rusos (fragmento)

"La gente común, asegura Tolstoi en sus primeros folletos educativos, es autosubsistente, no solo en lo material, sino en lo espiritual: la canción
popular, la Ilíada, la Biblia brotan del pueblo mismo, y por tanto son inteligibles a todos los hombres de todos los lugares, como no lo son el maravilloso poema Silentium de Tyutchev, o el Don Giovanni, o la Novena Sinfonía. Si hay un ideal del hombre, no está en el futuro sino en el pasado.
Tiempo atrás existió el jardín del Edén, y en él habitó el alma humana no corrompida, tal como la concibieron la Biblia y Rousseau, y luego vino la Caída, la corrupción, el sufrimiento, la falsificación. Es simple ceguera (repite constantemente Tolstoi) creer, como creen los liberales o los socialistas —los progresistas— que la edad de oro aún está ante nosotros, que la historia nos relata nuestras mejoras, que el avance material de la ciencia natural o de las técnicas materiales coincide con el verdadero avance moral.
La verdad es precisamente opuesta.
El niño está más cerca que el hombre adulto de la armonía ideal, y el simple campesino más cerca que los «enajenados» parásitos, autodestructivos, moral y espiritualmente inestables, que forman la élite civilizada. De esta doctrina brota el notable antindividualismo de Tolstoi, y en particular su diagnóstico de la voluntad del individuo como causa de extravío y perversión de las tendencias humanas, «naturales», y por tanto la convicción (derivada en gran parte de la doctrina de Schopenhauer, de la voluntad como causa de frustración) de que planear, organizar, depender de la ciencia, tratar de crear pautas racionales de vida de acuerdo con teorías racionales, es nadar contra la corriente de la naturaleza, cerrar los ojos ante la verdad salvadora que hay dentro de nosotros, tergiversar los hechos para que embonen en esquemas artificiales, y torturar a los seres humanos para que quepan en sistemas sociales y económicos contra los cuales claman sus naturalezas. De la misma fuente proviene, también, lo opuesto: la fe de Tolstoi en una dirección intuitivamente comprendida de las cosas como no solo inevitables, sino objetivamente —providencialmente— buenas; y por tanto, la fe en la necesidad de someterse: su quietismo. "



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