Breve manual del perfecto aventurero (fragmento)Pierre Marc Orlan
Breve manual del perfecto aventurero (fragmento)

"Una vez más nos vemos obligados a volver la vista atrás para constatar, apesadumbrados, que el hombre no ha cambiado mucho. Sucesos recientes demuestran que la reacción de la muchedumbre ante los espectáculos violentos y crueles es más o menos la misma que tenía la gente del siglo XVII.
Hace dos años asistí por casualidad (en Fráncfort, no lejos de la Börnerplatz), a un espectáculo de este tipo: en medio de un tremendo alboroto, varios agentes de policía sacrificaron en el altar de la justicia las partes pudendas de varias docenas de rufianes culpables de haber violado a una joven joyera.
La sensibilidad se pierde rápidamente ante esta clase de espectáculos crueles que se repiten cada día.
No tenemos motivos para creer que las señoras respetables, las bellas criadas, las burguesas y las tenderas que presenciaron con indiferencia el suplicio de Damiens ocupaban un peldaño más alto que el nuestro en la escala de la brutalidad humana.
Sólo era cuestión de costumbre.
Los movimientos revolucionarios son temibles sea cual sea la edad de una civilización.
Lo que arrastra a las multitudes a ver ejecuciones en la plaza de la Grève es un furor erótico: las primeras víctimas de un movimiento revolucionario son siempre las mujeres elegantes, más aún que las jóvenes guapas.
Si hoy en día se generalizara la pérdida de la sensibilidad popular ante las ejecuciones capitales, los resultados serían desastrosos.
Ciertamente, la inmoralidad de tal disposición de ánimo, para que sea interesante literariamente, requiere una puesta en escena de un lujo y una potencia trágica que, por su misma naturaleza, ya no responde a nuestros gustos. Sin embargo, el reciente fusilamiento de siete aventureros en Vincennes da nueva vida a esta tradición. Por una vez, la prensa nos ha traído a las mientes aquella novela terrible de Leonid Andréyev: Los siete ahorcados.
No es necesario insistir en que la muerte de un aventurero rara vez es grata a la vista. Se necesitó una guerra para que Mata Hari, por ejemplo, se convirtiera en una figura comparable a los cinco o seis rufianes que pagaron muy caro el derecho a la inmoralidad de los de su clase. Con todo, los aventureros contemporáneos pueden elegir acabar su carrera como los antiguos piratas: en la punta de un mástil. El contrabando de armas en tiempos de guerra por mares lejanos tiene esta ventaja, si podemos darle ese nombre.
El fusilamiento es una muerte excepcional.
La guillotina es grotesca y fue diseñada para causar repugnancia. "



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