La pobreza (fragmento)Antonio Gamoneda
La pobreza (fragmento)

"A Jorge Pedrero, nacido en Nueva York, le trajo a España el regreso de sus padres, emigrantes fracasados. Vivió en Riotinto desde la infancia hasta los veinticinco años. El trabajo de los mineros del cobre, las emanaciones del sulfuro y los movimientos sindicales, reprimidos por las milicias y los pistoleros de los consorcios ingleses, fueron parte en su niñez y en la formación de su pensamiento. La dura belleza de las excavaciones penetró su sensibilidad. No se advertían en él rasgos de tipicidad andaluza ni una particular estimación de la cultura del flamenco. Sólo una vez, en un registro probablemente nostálgico, le oí decirse a sí mismo, privándola precisamente de su carácter flamenco, «Los campanilleros», la vieja copla de la Niña de la Puebla, y sé que recordaba con emoción la música de los violines y las campanillas extendiéndose en las praderas de Huelva. Esto sería en la costumbre popular de los rosarios del amanecer y Jorge apenas repararía en su carácter religioso. Pero estoy recordando algo que sí tiene una pesadumbre primitiva, entre ponzoñosa y mágica, en la gente andaluza y que Jorge llevaba consigo: tenía miedo a las culebras.
Sus padres ya habían muerto cuando vino a León con su mujer y un hijo. Buscaba un trabajo relacionado con el dibujo. Lo encontró: grabar vidrios al ácido con una retribución miserable. No fue afortunado tampoco su encuentro con el que iba a ser su paisaje de todos los días, un secano alto y desarbolado, con mucha tierra estéril, cunetas rojas y el resumido alivio de unas bodegas excavadas en montículos de greda. Frente a su casa descendía un terraplén trabado por zarzas. Se quedaba largo tiempo al borde del terraplén fumando y mirando, más allá de la línea del ferrocarril, el perfil horizontal de la ciudad y, más allá de la ciudad, las montañas azules y mucho tiempo nevadas. La nieve fue su descubrimiento mayor. Alguna vez pudo aparecer, única y extensa hasta el límite del horizonte, inseparable del silencio y de la plena luz que se dan en algunos inviernos leoneses. Cuando esto sucedía, Jorge no iba al trabajo; se quedaba mirando la nieve. "



El Poder de la Palabra
epdlp.com