Las Brontë fueron a Woolworths (fragmento)Rachel Ferguson
Las Brontë fueron a Woolworths (fragmento)

"Katrine se está aprendiendo los bailes muy bien. Los practicamos en el jardín para el disfrute de la cocinera y la incredulidad del coronel que vive al lado, quien se cuela en el baño para observarnos; nos llegan los destellos de su monóculo y parece completamente atónito, como el hombre de la Biblia. Katrine se puso muy nerviosa cuando lo vio la primera vez mirándonos tan serio y se equivocó en un paso, pero el jardín es el mejor sitio para ensayar y el más limpio de estorbos, y nuestros movimientos son de lo más decentes, así que nos hemos inventado un espacio en el que ubicar al coronel, para justificar su presencia allí: fingimos que es un donjuán que se ha quedado después del baile imperial y está tratando de seducir a Katrine, y que el destello es por el deseo irrefrenable; una vez que determinamos eso, Katrine se quedó mucho más tranquila y los ensayos iban como la seda.
Una tarde, nos llevamos a la señorita Martin abajo para que nos viese, porque creíamos que estaría bien para su educación general, y se pasó diciendo «pero» todo el tiempo que estuvo esquivando los cuerpos; se quedó bastante pasmada ante el hecho de que un hombre dirigiese aquellas piernas desnudas. Le conté la verdad: que las muchachas bailaban así para ahorrarse el dinero de lavar y zurcir las mallas, y eso pareció tranquilizarla, pues la economía es innegablemente respetable. Sin embargo, pese a todo, estuvo sentada apoyada en la pared, a la espera de recibir algún insulto, y pareció quedarse bastante asombrada cuando nadie trató de hacerlo, y se encogió cuando las muchachas se le acercaron para descansar, charlar, examinar los tacones de sus zapatos, y exclamó «¡guau!» cuando una de las arpías dijo: «En serio, niña, es el segundo par que me pongo en una semana con estos ensayos de m…». Algunas de las muchachas dicen peores cosas que esa; le he advertido a Katrine que no se lo cuente a madre para no preocuparla, y que a lo mejor tiene que decir esas cosas ella también en la gira para tener paz y tranquilidad, pero que no son para usarlas en la familia. Katrine ya está deprimida solo por el lenguaje.
La señorita Martin se quedó de brazos cruzados porque no entendía nada, y únicamente dijo «guau» para acreditar la mala gramática que se estaba usando. Ya se ha filtrado que Katrine conoce a Pipson, y la mayoría de las muchachas da por sentado que ella es lo que la gente llama su «amiga»; como resultado de ello, las chicas se han dividido someramente en dos bandos: uno de envidia impresionada y el otro de rencor reprimido. Eso sí se lo hemos contado a madre, porque pensamos que le iba a encantar saberlo, y así fue. Aunque Sheil ha pedido ver un ensayo, no voy a permitir que madre la deje. Las muchachas son criaturas buenas y decentes, con algunas excepciones, y se entusiasmarían con Sheil, de esa manera tan maternal y estridentemente expresiva que caracteriza al coro, pero no son gente para Sheil.
Katrine nos dejará mucho antes de lo que esperamos, ya que algún caprichoso de la dirección, con pocas luces, ha decidido que los ensayos finales tienen que hacerse en Bradford, donde estrenan. Pipson le ha buscado alojamiento cerca de su hotel. Esquivó con tanta delicadeza la cuestión de las pulgas y las chinches que tuvimos que ser nosotras las que sacamos el tema, cosa que lo alivió mucho, aunque aún dice «¿cómo se llamaban?» para referirse a las últimas. De todos modos, conoce las habitaciones donde dormirá Katrine desde hace años, desde mucho antes de que él alcanzase el estatus que tiene ahora, y, aunque se quedan con casi dos tercios del salario de Katrine, Pipson le ha aconsejado que se quede allí. En realidad, Katrine lo tendría mucho más fácil si fuese a retirarse a un convento, y tendría también muchas más probabilidades de conseguir méritos. Ella también está muy emocionada por irse de casa, pero le entrará la desilusión cuando se pierda Halloween. Nos hemos pasado años sin celebrarlo, desde que nos marchamos de Hampton Wick, donde montábamos fiestas en todos los aniversarios imaginables, y no tener un jardín como es debido es lo que ha cambiado las cosas, sobre todo por los muchachos del quinto, que eran lo que llamábamos una spécialité de la maison, famosos en todo el pueblo por lo grandes que eran y por los dramas que montaban. "



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