Semblanza de Martín Cortés (fragmento)Luis González Obregón
Semblanza de Martín Cortés (fragmento)

"Alonso de Ávila Alvarado no vino desde luego, sino que entregó una carta de contestación a Pedro de Aguilar, quien manifestó al primero que tenía el encargo de los de México, de una vez entregada aquí su carta, ir a Pachuca, para llamar al P. Diego Maldonado, a Bartolomé Vázquez y a García Sánchez, clérigos; y entonces Alonso contestó que fuese a cumplir los encargos, a fin de que hubiese tiempo de «que el viernes de la semana siguiente, estando los oidores en acuerdo», se efectuase el levantamiento.
Volvió Aguilar a México; entregó la carta de Ávila al licenciado, juntos fueron a casa de don Luis Cortés, quien platicando a solas con Espinosa, se mostró «mohino y enojado» de que no viniese inmediatamente Alonso de Ávila, y se convino que no fuesen llamados los clérigos hasta que regresase el dicho Alonso de su encomienda.
Pasados siete u ocho días, un domingo por la noche entró Alonso de Ávila en la ciudad en compañía de 24 o 23 hombres a caballo, todos disfrazados con trajes de indios anteriores a la Conquista y con máscaras en los rostros, y corrieron y se regocijaron en la plaza del marqués, frente a las casas de su morada, con más de 10 o 12 arcabuceros, y concluidas las carreras y alardes, todos juntos entraron en las casas, donde el marqués y sus hermanos Luis y Martín, abrazaron a Alonso de Ávila y le dieron la bienvenida. En la misma noche ofreció una cena Alonso de Ávila al marqués, a su esposa y al licenciado Valderrama, siendo también convidados muchas señoras y caballeros. Tanto los manjares como el servicio fueron al uso antiguo de los indios, pues los manjares se prepararon en los pueblos sujetos a las encomiendas de Ávila, y a pesar del servicio de plata que éste tenía en su casa, los platos y picheles, jarros y candeleros, tijeras y saleros, eran de barro de Cuauhtitlán, y antes de la cena, al apearse los caballeros de la máscara, fingiendo el recibimiento que años antes había hecho Moctezuma a Cortés y los suyos, el dicho Alonso obsequió al marqués, a su esposa, al licenciado Valderrama y a las damas invitadas, olorosos xóchiles, con letras y cifras que daban a entender los propósitos ocultos de los conjurados, y puso en la cabeza de la marquesa una corona de pluma, a modo de guirnalda, en medio de mucha música, y no faltó un truhán que gritase: «Marquesa, tómate esa corona». En el xóchitl del marqués se ostentaba un letrero que decía: «No temas la caída, pues es para más subida», los cuales letreros puso a las flores Pedro de Aguilar, de orden de Alonso de Ávila, en Santiago Tlatelolco. "



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