Urdaneta (fragmento)José de Arteche
Urdaneta (fragmento)

"Tantas y tan repetidas victorias producían siempre a los españoles inmediatamente de obtenidas la ilusión de haber resuelto definitivamente su situación. Pero la cercanía de su base de Malaca daba a sus contrarios, junto con la posibilidad de rehacer prontamente sus efectivos, una superioridad incontestable contra aquel exiguo grupo, cada vez más reducido por las bajas. El número de soldados españoles había disminuido a sesenta, aproximadamente. Este puñado de combatientes de ninguna manera podía aspirar a imponerse. El dominio de aquel espacio marítimo pertenecía a los portugueses. Más o menos pronto, aquella guerra tenía que acabar fatalmente con el triunfo de éstos.
Así sucedía que a poco de cada combate pudieran acrecentar cada vez más sus exigencias cerca de los españoles. Las peticiones elevadas a La Torre “el mismo día que partió Alvaro de Saavedra”, según observa Urdaneta sagazmente, atañían a la devolución del navío apresado, con toda su tripulación y artillería, así como de los paraos cogidos anteriormente, y al abandono de todas las islas conquistadas. Al mismo tiempo, la labor portuguesa cerca de los reyezuelos sometidos a La Torre no cesaba. Los argumentos portugueses ponderando la creciente merma de las fuerzas españolas eran cada vez más convincentes.
Por eso, la indecisión manifestada últimamente por el hasta entonces fiel aliado el rey de Gilolo preocupaba hondamente a La Torre. El jefe indígena pactó treguas con los portugueses, sin contar con el jefe español. Con toda la posible pompa marcha La Torre a Gilolo, para ver de atraer al rey nuevamente a su causa, como antes, incondicionalmente. Pero el rey de Gilolo estaba al cabo de sus posibilidades. Veinte meses llevaba teniendo a su cargo en la isla una pequeña guarnición. Exhaustas de recursos estaban sus arcas. Su determinación a pactar con los portugueses obedecía al deseo de comerciar con ellos y, así, procurarse dinero. El rey se manifestó dispuesto a romper con los enemigos de La Torre; sólo pedía a cambio treinta soldados españoles de guarnición permanente. Lo peor para La Torre es que no pudo acceder a ese deseo. Su situación venía siendo más trágica cada vez. Unos días más tarde cedería al rey de Gilolo un bergantín más veinte soldados; pero a pesar de todo el rey de Gilolo le pasa nuevamente 'aviso de estar dispuesto a confirmar sus treguas con los portugueses.
En vano intentará La Torre detener esta marcha contraria de los acontecimientos. Hasta desliza la especie de cierto hipotético navío navegando por aquellos mares, a punto de llegar de un momento a otro. Las relaciones entre portugueses y españoles con los indígenas constituyen desde aquí, mucho más que antes, maraña oscurísima de intrigas entreverada de audaces expediciones. Urdaneta desarrolla ahora papel principalísimo. "



El Poder de la Palabra
epdlp.com