Examen filosófico sobre las principales causas de la decadencia de España (fragmento)Adolfo de Castro
Examen filosófico sobre las principales causas de la decadencia de España (fragmento)

"La temeridad de los fuertes en abusar de la flaqueza de aquellos que se encuentran bajo su yugo, es tan incansable, que solo termina en la hora de cobrar alientos los abatidos, por medio de la desesperación, para la libertad, para la venganza ó para la muerte. Desdichado el reino en donde las gentes llegan á mirar el último instante de la vida como un alto don del cielo, y como el único camino de librarse de una odiosa é intolerable servidumbre; porque no dudarán en ensangrentar la patria con la esperanza de conseguir en la ajena muerte el castigo de los males padecidos, ó en la propia la felicidad y el descanso.
Los reyes Fernando é Isabel, que con los moros vencidos osaron de la perfidia de arrebatarles el culto de su religión, enseñaron á sus sucesores la manera de ultrajar á los que sin fuerzas creyeron en los juramentos de los cristianos.
Felipe II, que quería exagerar la política de aquellos monarcas, dispuso que los moriscos abandonasen su habla, sus vestidos, su música, sus fiestas, sus cantares y sus pasatiempos; y les prohibió el uso de los baños, la facultad de tener cerradas las puertas de sus casas, y la costumbre de salir á las calles sus mujeres é hijas con los rostros cubiertos.
Se indignaron los moriscos de Granada, como era de esperar, pues más fácilmente pueden arrebatarse á los pueblos sus franquezas y libertades que sus usos.
Pero Felipe creía que su voluntad engendrada en el apartamiento de los hombres, por ser suya y porque él la tenía por necesaria para lisonjearse con su triunfo, debería ejecutarse en contradicción de la justicia y de la cuerda razón de Estado.
Los moriscos eligieron rey, se hicieron señores de algunas ciudades en las sierras, y por espacio de dos años se defendieron con el valor que da la desesperación; mas al cabo abandonados por la cobardía de los demás que vivían en los reinos de Aragón y Valencia, y algunas partes de Andalucía, y sobre todo por el gran Turco, que en vez de encender las llamas de la guerra en la cabeza de los dominios del rey de España para debilitarlo, prefería combatirlo en otros lugares con menos ventajas, tuvieron que humillarse ante las poderosas fuerzas de su feroz enemigo.
Felipe, orgulloso con los débiles, no dejó de seguir abusando aun mas de la victoria.
Dio un perdón para los moros que se pusieron al abrigo de su clemencia, porque no había de ejercer sus iras en las personas de algunos miles de hombres; pero al propio tiempo les negó la merced de devolverles los bienes que les había confiscado en la hora de la rebelión, pues la ceguedad de Felipe mas quería enriquecer las arcas reales que asegurar con los beneficios los ánimos inquietos de gente vencida y afrentada. "



El Poder de la Palabra
epdlp.com