Bones (fragmento)Edgar Wallace
Bones (fragmento)

"Había un desfile de oficiales con mando a mediodía. Y hasta el momento en que se cuadró ante él, con los tacones juntos, no volvió a ver Hamilton a su subordinado.
Concluido el desfile, Bones volvió a su habitación arrogantemente.
Estaba ofendido. Que se le hubiera dicho que esquivaba el cumplimiento de sus deberes, le lesionaba profundamente.
Preparándose para la operación que esperaba que se le confiase, había mantenido a sus hombres en movimiento durante quince días. Durante catorce, bajo todas las clases más terribles de tiempo, había trabajado como un negro nativo en el bosque, con luchas fingidas, con cartuchos de fogueo, realizando ataques a posiciones imaginarias, escalando barricadas, construyendo puentes… todo el trabajo que estimaba inferior e indigno de un oficial. ¡Y que ahora se le dijese que descuidaba su obligación!
Ciertamente había descendido hasta el cuartel más frecuentemente, acaso, de lo que habría sido necesario, pero entonces estaba interesado extraordinariamente en el desarrollo de unas carreras de caballos que podrían, con un poco de suerte, haberle hecho poseedor de una gran fortuna. Hamilton se mostró comunicativo durante la comida, casi amable durante la cena, y para él, más bien serio.
Si ha de decirse la verdad, estaba terriblemente preocupado. La causa era, según había ocurrido varias veces con Sanders, el territorio franco-belga-germano que estaba próximo a la región de Ochori. Todos los malos individuos, no solamente del Congo francés y del belga, sino, además, los malamente gobernados de la tierras alemanas…, todos los que se negaban a pagar los impuestos, los criminales de todas suertes, las gentes sin ley de todas partes que constituían el contingente de tales tierras, formaban una población nómada que flotaba en las colinas cubiertas de vegetación próximas a la nación gobernada por Bosambo.
Últimamente se habían registrado malos síntomas. Una potente fuerza de nativos rebeldes, según se informaba, estaba a un día de marcha de la frontera de Ochori. Hamilton lo sabía. Lo había sabido muchas veces. Frecuentemente le habían llegado noticias de la frontera francesa, noticias alarmantes.
Y había hecho, por ello, muchos viajes inútiles a Ochori. Marchas forzadas a través de territorios muy poco conocidos, y largas, fatigosas estaciones en espera del invasor, que jamás llegaba, habían apagado sus temores. El administrador le prevenía de tiempo en tiempo, y le pedía, convencionalmente, que efectuase los preparativos necesarios para hacer frente a todas las contingencias, y Sanders replicaba, de modo igualmente convencional, que el estado de los asuntos en la frontera de Ochori estaba siendo objeto de su más vigilante atención. "



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