Vacaciones en el Cáucaso (fragmento)Maria Iordanidu
Vacaciones en el Cáucaso (fragmento)

"Trak-truk, trak-truk, entró el gendarme en el patio, y todos, con excepción del monje y de Druzhok, desaparecieron. El gendarme se detuvo con las piernas separadas en mitad del patio dando resoplidos. Era muy alto y corpulento y resoplaba a todo pulmón. Sus bigotes subían y bajaban como la tapa de la olla que estaba hirviendo. El patio se llenó con sus botas, pero el suplicante, imperturbable, levantó la mano y lo bendijo. «La paz sea con vosotros», pronunció, y poco a poco, a su ritmo, pasó frente al gendarme y salió.
Druzhok lanzó un par de «¡guau, guau!» complementarios para no perder su dignidad, el gorodovói tosió más que nada para llamar la atención y se persignó a hurtadillas. Se calmaron las cosas. Ana abrió uno de sus cajones y sacó un paquetito de algodón para taparse los oídos y ponerse de nuevo a estudiar.
Hacia las tres, cuando se sentaron a comer, Ana había terminado con la historia, y antes de ir al comedor, escribió triunfalmente: «Nikolái Alexándrovich II, zar de todas las Rusias. Nacido en 1868…».
Durante la comida, Galia les informó que la línea que iba de Kovno a Brest-Litovsk había quedado interrumpida. Que los austríacos habían perseguido a los rusos hasta Galitzia. Que Rusia había perdido Polonia, Lituania, Curlandia, y que ahora los alemanes estaban empezando la ofensiva general. Eso se decía en días pasados en casa de los Búbnov. Y luego, Galia preguntó si por la noche acudirían al parque para escuchar a la orquesta sinfónica. Tocaba el violín un joven judío ruso que estaba causando revuelo.
Ana hubiera dado lo que fuera por abandonar la geografía e ir. Pero no, ni hablar. Las muchachas de su edad iban todas las tardes al parque. Tenían sus admiradores y disfrutaban de la vida. Pero Ana debía ganarse el pan. Debía terminar lo más rápidamente posible el colegio, antes de que acabara la guerra y ella volviera a Constantinopla, porque de otra forma se quedaría, otra vez, sin el certificado de haber terminado sus estudios. No, Ana tenía que estar hasta la medianoche repasando geografía, la geografía de Rusia que para ese momento ya había cambiado.
En cuanto a la instrucción religiosa, Ana había tomado la decisión de no volver a tocarla. A cambio iría a encenderle una vela al icono del Manantial de la Vida. Y es que en instrucción religiosa, sólo un milagro la podría salvar. "



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