La vida secreta (fragmento)Andrew O'Hagan
La vida secreta (fragmento)

"Murió un jueves. Solía telefonear a su madre todos los días, pero la mujer no había sabido nada de su hijo aquella semana. Fue en su busca y, tras mucho preguntar, encontró su coche en una travesía de Tower Bridge Road. No entendía por qué había dejado el coche allí y se puso a buscarlo. (Al parecer, Ronnie dejó el coche y se fue a su casa andando.) En un pub próximo a Avondale Square coincidió con un amigo de Ronnie llamado David. Le dijo que había estado con Ronnie la víspera y que Ronnie estaba acostado la última vez que lo vio. (El juez de instrucción diría después que este individuo era un «testigo desagradable», sin especificar por qué.) La señora Pinn, en compañía de otro muchacho del bar, fue al bloque de viviendas en que se alojaba Ronnie. Estaba nerviosa cuando subió porque no era propio de Ronnie dejar pasar tantos días sin llamarla para saludarla y su miedo aumentó cuando comprobaron que la puerta del piso estaba cerrada por dentro. El portero y el joven amigo buscaron otro medio para entrar mientras la señora Pinn se quedaba en casa de una vecina. Cuando me enteré de las circunstancias de la muerte de Ronnie Pinn, no sabía si la madre aún estaba viva. Yo seguía consultando censos electorales y escribiendo cartas a otras personas. La buena mujer nunca creyó que Ronnie fuera heroinómano. ¿Acaso la dosis de heroína que lo mató formaba parte de una vida que ella desconocía?
Dentro del piso, los pantalones de Ronnie estaban doblados sobre una silla, junto a la cama. En el teléfono que tenía al lado se había conectado una alarma de despertador. Y el pasaporte estaba allí, con sellos que indicaban que el usuario había estado en España, para hacer una visita a Santiago de Compostela, y también que había ido a Estados Unidos con un tío suyo cuando era más joven. En la casa todo estaba en su sitio. Ronnie yacía muerto, con veinte años, sin nada a su alrededor y con pocos datos oficiales relacionados con su nombre. Había dejado de existir. Había muerto ni siquiera a cinco kilómetros de donde había crecido y en los tres decenios que siguieron su nombre solo pasó en una ocasión por internet, en relación con aquella foto del chico perteneciente a un lejano árbol genealógico. Fui a King’s Cross Station para reunirme con un hombre que había estudiado con un tío de Ronnie. Me enseñó una foto y percibí el aire familiar, pero el hombre no recordaba a Ronnie. Y difícilmente lo habría recordado cualquiera que hubiera estudiado con él. En 2014 ninguno de ellos sabía que los restos de Ronald Pinn llevaban tres decenios enterrados en un cementerio de Camberwell. Todos tenían hijos y casas con la hipoteca casi pagada. Asistían a reuniones y en páginas web genealógicas recordaban edificios ya derribados, autobuses que ya no circulaban y músicas que ellos asociarían siempre con otros chicos perdidos.
Mi primer paso para crear una identidad falsa basada en la de Ronald Pinn fue solicitar las partidas de defunción y nacimiento del Ronnie auténtico. Este es el motivo por el que la policía y otros utilizan a jóvenes auténticos que han fallecido: que, al igual que todos los demás, han generado unos datos que pueden ser la base de una historia creíble, solo que en su caso no hay una vida que continúe, o no mucha vida en definitiva, que impida la historia inventada. Yo desconocía por aquel entonces el apellido de soltera de la madre de Ronnie, pero no me importó y conseguí fácilmente las partidas en el Registro Civil. Como en todos los casos, estas partidas dan comienzo a un proceso de legitimación: si tienes una partida de nacimiento, puedes conseguir otra documentación y así se asientan los cimientos de la «leyenda» de una identidad falsa. No me costó reconstruir los antecedentes familiares del Ronnie auténtico basándome en las partidas obtenidas: el padre murió en 1997; el abuelo paterno, Alfred E. Pinn, de Southwark, había nacido en 1908; el bisabuelo, un comerciante llamado Zenos Thomas Victor Pinn, había muerto en el Lambeth Hospital durante la segunda guerra mundial. Conseguí establecer los hechos básicos del pasado de Ronnie Pinn sin ninguna dificultad. La gente está obsesionada hoy en día por su ascendencia y documentos que tardaban semanas en localizarse se encuentran ahora en cuestión de minutos, pagando una cantidad. Al mismo tiempo, Facebook y otras plataformas sociales estimulan lo contrario: la vida inventada. Mientras escribía la presente historia me movía entre una y otra forma de conocer a una persona, entre lo real y lo ficticio, y me pareció un medio completamente actual para comprender una vida. "



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