Concerto grosso (fragmento)Juan Ramón Zaragoza
Concerto grosso (fragmento)

"Roma, la ciudad monumental, la protegida de los dioses, la residencia del Emperador —el general Tito Flavio Vespasiano— brilla como el oro bajo el sol poniente de los todavía muy calurosos días de finales del mes de septiembre. Algunos patricios inician el regreso a la ciudad desde sus residencias de verano. Las instituciones, tras el sopor estival, vuelven lentamente a funcionar. La administración del Estado rechina de nuevo. Y en las calles y en las plazas la vida sigue: se compra y se vende prácticamente de todo, se hacen toda clase de negocios, se circula, se vocifera, se murmura, se adivina, y el pueblo romano —con el Senado, naturalmente— se siente el amo del mundo y por eso con derecho al pan, al circo, a la vida, al aire, al sol y al amor. Hay preocupaciones diarias —las enfermedades, el calor, los impuestos, los precios— pero la estabilidad del Imperio es pétrea. No hay problemas. El hijo mayor del Emperador, Tito, extinguió hace poco la rebelión de los judíos. Las lejanas noticias de problemas fronterizos con los britanos, los germanos o los partos son tan habituales que forman parte de lo cotidiano y tienen, todo lo más, categoría de anécdota al lado de las noticias que realmente interesan al pueblo: la construcción de unas nuevas termas, la ampliación del abastecimiento de agua para la ciudad, o la convocatoria de unos nuevos juegos en el circo. "


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