La invasión (1096-1100) (fragmento)Amin Maalouf
La invasión (1096-1100) (fragmento)

"Independientemente de estos recursos prometedores, Mosul desempeña al comienzo de la inva­sión franca un papel estratégico esencial y, como sus gobernantes han adquirido el derecho de fiscalización sobre los negocios de Siria, el ambicioso Karbuka tiene intención de ejercerlo. Para él, esta petición de auxilio de Yaghi Siyan es la ocasión so­ñada de extender su influencia. Sin vacilar, promete poner en pie un gran ejército. A partir de ese momento, Antioquía vive sólo para esperar a Karbuka.
Este hombre providencial es un antiguo esclavo, lo que, para los emires turcos, no tiene nada de degradante. En efecto, los príncipes selyúcidas han adquirido la costumbre de nombrar a sus más fieles y competentes esclavos para los puestos de responsabilidad. Los jefes del ejército, los gobernadores de las ciudades son a menudo esclavos, «mamelucos», y su autoridad es tal que ni siquiera tienen necesidad de que los liberten oficialmente. Antes de que concluya la ocupación franca todo el Oriente musulmán va a estar dirigido por sultanes mamelucos. Ya en 1098, los hombres más influyentes de Damasco, de El Cairo y de otras metrópolis son esclavos o hijos de esclavos.
Karbuka es uno de los más poderosos. Este oficial autoritario de barba cana ostenta el título turco de atabeg, literalmente «padre del príncipe». En el imperio selyúcida, entre los miembros de la familia reinante, la mortalidad es muy elevada —combates, crímenes, ejecuciones— y a menudo dejan herederos menores de edad. Para preservar los intereses de éstos, se les nombra un tutor, que, para desempeñar a la perfección el papel de padre adoptivo, se casa generalmente con la madre de su pupilo. Estos atabegs se convierten, en buena lógica, en los auténticos detentadores del poder, que a menudo transmiten a sus propios hijos. El príncipe legítimo ya no es más que una marioneta entre sus manos, e incluso a veces un rehén; pero se respetan escrupulosamente las apariencias. De este modo, los ejércitos están, oficialmente, «bajo el mando» de niños de tres o cuatro años que han «delegado» su poder en su atabeg. "



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