Inbox (fragmento)Care Santos
Inbox (fragmento)

"Mi consejo no era tan estúpido como crees, señora Presumida. Cualquier escritor de verdad sabe lo importante que es tener un cuaderno. Uno que pueda cargar siempre consigo (por eso debe ser pequeño y resistente) y donde pueda anotar cualquier cosa que luego quiera utilizar en un relato. ¿Ya tienes uno? ¿Sales siempre con él? Si no lo haces, aún no eres una verdadera escritora. Punto y aparte.
Te envío una fotografía de Woodward padre y Woodward hijo tomada al pie de la laguna durante nuestras mini vacaciones en Cancún. Así podrás formarte una imagen más aproximada de nuestro aspecto en estos momentos. Estoy convencido de que a Benjamín le encantaría conocerte, aunque él no estaría de acuerdo contigo en muchas cosas. Por ejemplo, él no cree que ser hijo mío sea una suerte, más bien todo lo contrario. Últimamente no está pasando por una buena racha y se pasa el día ladrando o rebuznando (que es peor) y quejándose de todo (sobre todo de mí). Tiene un carácter de mil diablos, como su padre, y es tan desordenado, obsesivo, maniático e insufrible como yo. Como es horrible que dos seres semejantes convivan en la misma casa todo el tiempo, con el riesgo para la salud y para el planeta que eso comporta, tanto él como yo hacemos todo lo posible por mantenernos alejados el uno del otro. Desayunamos a horas diferentes, cenamos cada uno frente a su televisor y solo coincidimos para ver la Super Bowl y para almorzar, y esto último porque Enriqueta, la señora que nos atiende en casa, se empeña en que «padre e hijo deben comer juntos en armonía». Más bien comemos en silencio. Un silencio que parece mortuorio.
Por cierto, tal vez tú también podrías mandarme una foto tuya. Así podría formarme una idea de con quién me estoy carteando.
Y ya que estoy hablando en confianza y dispuesto a contar secretos, te diré algo más: Benjamín me odia. Si pudiera, si tuviera adónde ir, se largaría de esta casa. Se desespera solo de pensar que no tiene más remedio que quedarse aquí y soportarme. Le gustaría haber tenido una familia normal, con un padre normal y cariñoso, que prestara más atención al mundo real y que hubiera hecho alguna vez en su vida todas esas cosas vulgares que los padres hacen por sus hijos: enseñarles a nadar, ir al cine, dar un paseo, llevarles a un parque de atracciones... En lugar de eso, Benjamín tiene un padre presumido, famoso, obsesionado, condenado al insomnio, depresivo y casi demente, que en la mayoría de las ocasiones ni siquiera puede mantener el más ligero control sobre su propia vida y sus propios actos. Por si todo eso fuera poco, tiene que soportar que la gente admire a un hombre así, que crea conocerle cuando en realidad no sabe nada de él, de nosotros, y que todo el mundo le diga sin cesar que tiene mucha suerte de ser el hijo de Benedict Woodward. "



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