El Santo Cura de Ars (fragmento)Henri Ghéon
El Santo Cura de Ars (fragmento)

"Representa el Evangelio desde el púlpito. Lanza a la cabeza de sus oyentes todos los excesos de los Santos: San Juan de Dios, que se hacía pasar por loco para ser despreciado por los hombres; San Benito, que hacía andar a San Mauro sobre el agua; San Vicente Ferrer y sus milagros más espectaculares… Se advertía en él la voluntad irreductible de librar a la fe del naturalismo escéptico con el que se combina en el alma de los mejor dispuestos.
¡Cuentos para niños! Pero, como un niño que era, el Padre Vianney creía firmemente en ellos y quería que se creyera como él mismo. «Volverse semejantes a niños» era nada menos lo que proponía a sus Oyentes incrédulos. Luego, invocando su propia experiencia, aunque sin mencionarse por otra parte, hacía saber al mundo que se creía muy listo y muy liberado, que el Evangelio continuaba y continuaban la Iglesia, la Santidad y los milagros.
Los trajes de cuello de terciopelo, las levitas ceñidas al talle, los sombreros llenos de plumas en la cabeza de las señoras y los sombreros de seda en las manos de los caballeros, en medio de las blusas y las zamarras de hombres y mujeres del campo, temblaban de un extremo a otro de la iglesia, al soplo inesperado de aquellas verdades paradojales.
Cuando el Padre Vianney, con su voz que se dice que era débil y penetrante, había hablado y gritado, maldecido, bendecido y llorado bastante, descendía del púlpito. Entonces, todo el mundo se precipitaba hacia él, intentando tocar sus manos y sus ropas. No se tardará en llegar al extremo de cortar furtivamente pedazos de su alba o de su sotana. Se reirá de ello —porque nunca pierde su buen humor— como se ríe ya del retrato que exhiben en muchas vidrieras. Toda peregrinación tiene sus exigencias; nadie regresa sin haber comprado el retrato del Santo. Este no ha querido prestarse nunca a ser fotografiado, pero se le ha «captado» de todos modos. Lo llama «su carnaval».
Con la Misa y el sermón, el tercer consuelo de su domingo serán las Vísperas. Algunas veces gozará de un cuarto: la visita más prolongada que realizará a «La Providencia», su refugio, su «fundación». Ha soñado ya retirarse allí dentro de poco, apenas haya terminado en el pueblo todo ese vaivén y en cuanto se le permita transmitir el puesto a su sucesor… Incluso se ha trazado el proyecto de edificar allí una capilla.
Pero Dios resolverá. ¿Quién sabe?
Antes que Dios en persona le contradiga, será contradecido por la propia Iglesia de Dios. "



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