La inquietud de la noche (fragmento)Marieke Lucas Rijneveld
La inquietud de la noche (fragmento)

"De vez en cuando temo que sea por nuestra culpa, como si la royésemos por dentro, como si fuésemos crías de araña aterciopelada. En clase de biología la maestra nos dijo que, después de la puesta, la madre se ofrece a sus crías y las pequeñas arañas hambrientas la devoran entera, sin ningún cargo de conciencia; no dejan ni una pata. Igual que hace siempre reservando un trocito de su sanjacobo en el borde del plato y dice: «lo más rico al final», madre se reserva a sí misma para el final de la comida, por si nosotros, sus crías, no hemos comido suficiente.

A medida que va pasando el tiempo observo nuestra familia como desde lo alto, de ese modo se nota menos que sin Matthies somos muy poca cosa. En el lugar que dejó vacío en la mesa solo quedan el asiento y el respaldo en los que mi hermano ya no se apoya descuidadamente, por eso mi padre ya no grita enfadado: «¡Cuatro patas!». Nadie puede sentarse en su silla. Sospecho que es por si acaso regresa: «Jesús regresará un día cualquiera. La vida seguirá su curso. Pasará como cuando Noé construyó el arca.

La gente trabajaba, comía y bebía, se casaban los hombres y las mujeres tomaban esposo. No dudamos de que Matthies volverá, igual que el Señor», había dicho padre en el funeral. Cuando vuelva, lo arrimaré tanto a la mesa que al estar sentado la tocará con el pecho, de modo que no pueda ensuciar ni desaparecer sin que nos demos cuenta. Desde que murió comemos en quince minutos. Cuando la aguja grande y la aguja pequeña se ponen rectas, padre también se levanta. Se cubre la cabeza con la boina negra y se va con las vacas, aunque ya haya estado con ellas. "



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