La cuestión moral (fragmento)José Eusebio Caro
La cuestión moral (fragmento)

"Si las palabras del Evangelio necesitasen demostración, nada sería más fácil que demostrarlas. "La civilización admite no solo grados sino que tiene un contrario, que es la barbarie; la instrucción, la riqueza solo admiten grados. No puede haber ignorancia absoluta. Menos puede haber pobreza completa. Todos somos más ó menos instruidos, más ó menos ricos. Pero en cuanto á moralidad no solo puede haber más y menos, no solo puede haber cero, sino que puede existir un contra. No solo puede haber y hay hombres más ó menos morales, sino que puede haber y hay hombres declaradamente inmorales. La instrucción y la riqueza, pues, no constituyen solas la civilización. Los verdaderos caracteres de la civilización solo están en la moralidad.
Esta verdad es de una importancia inmensa; expliquémosla más todavía.
Supongamos un hombre posesor de una vasta riqueza, y de una vasta ciencia, pero profundamente corrompido en su ser moral: sensual, envidioso, falso, egoísta. Suponed á este mismo hombre adueñado del poder público en una de aquellas tremendas crisis en que se ha visto á los malvados disponer de todo sin responsabilidad y sin freno; ese hombre será un Robespierre, un Marat, un Barère. Ese hombre será un bárbaro, y de la peor especie posible de barbarie. Suponed ahora una sociedad compuesta solo de hombres de esa clase, ó en que los hombres de esa clase tuviesen una preponderancia tal sobre los hombres de bien, que el influjo de éstos se hallase completamente anulado. Esa sociedad yacería bárbara; y á las dos generaciones estaría embrutecida y pobre. La sensualidad sin el freno interno llevaría á la prostitución universal: la prostitución universal haría la educación imposible: la falta de toda educación llevaría al embrutecimiento inmediato. La envidia, la venganza, sin el freno interno, llevarían á toda especie de atentados contra las personas, al asesinato en las relaciones privadas; á la proscripción, al degüello en masa, en las relaciones públicas.
La codicia, sin el freno interno, llevaría á la rapiña universal, ésta quitaría toda seguridad, la falta de seguridad aniquilaría toda industria, y conduciría al empobrecimiento, á la bancarrota, á la ruina. No habléis, en tal suposición, del freno exterior, del freno de las leyes, de la acción tutelar del Gobierno; porque en tal suposición, el Gobierno mismo sería el primer corruptor, el primer asesino, el primer ladrón. La espada destinada á castigar á los malvados, se hallaría en las manos de los malvados mismos. "



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