Baba Yagá puso un huevo (fragmento)Dubravka Ugresic
Baba Yagá puso un huevo (fragmento)

"La joven en bata blanca introdujo a Beba en un cuarto que parecía un decorado de película. El espacio no era muy amplio. En el centro había una bañera de cobre de diseño anticuado. Las paredes estaban tapizadas con seda verdosa, de una pared colgaba una reproducción del cuadro de Renoir Mujer con periquito, y debajo de él, en una antigua peana para floreros, había unos helechos. «Qué kitsch», pensó Beba. ¿Cómo se le había ocurrido al diseñador combinar el tapizado verde, la bañera y su uso con aquella reproducción en la pared?
Aquí tal vez hay que añadir que la presencia de la pintura clásica en los espacios del centro de bienestar era más que llamativa y obedecía a la decisión del doctor Topolanek, el cual opinaba que una educación agradable y discreta, igual que unos ejercicios físicos moderados, ralentiza el proceso de envejecimiento, de manera que ordenó literalmente «forrar» el spa con reproducciones de lienzos famosos, sobre todo de la pintura clásica. A la entrada había colocado, por ejemplo, una reproducción de La fuente de la eterna juventud, de Lucas Cranach el Viejo, cuadro que representaba simbólicamente los resultados de los esfuerzos profesionales de Topolanek.
Así que ahí estaba Beba, recostada en una bañera llena de chocolate caliente. De los altavoces llegaba esa irritante música new age que supuestamente sirve para relajarse y ella tenía la vista clavada en la reproducción de la pared. Y, fíjate, el helecho de la peana parecía imitar al helecho que aparecía en el rincón izquierdo del lienzo de Renoir. También le pareció que la seda de la pared armonizaba con el tono verde azulado del tapizado del cuadro. ¡Y la jaula dorada del lienzo de Renoir, gracias a la imaginación exuberante del diseñador del hotel, había adoptado en la realidad la forma de una bañera de cobre! La joven mujer en su suntuoso vestido negro, con un largo lazo rojo a la espalda, tenía el pelo oscuro y una cara juvenil y simplona. En un dedo de la mano derecha sujetaba un periquito, y con la izquierda lo alimentaba. El cuerpo entero de la mujer se inclinaba hacia el ave, y a Beba le dio la sensación de que estaba completamente embrujada por el pájaro.
Mientras observaba el cuadro, a Beba de pronto le vino a la mente una palabra en croata que odiaba por encima de cualquier otra: ¡pipica! Los niños tienen pišo y las niñas, pipica. Y todo habría estado bien si Beba de niña no hubiera pasado un tiempo en un pueblo de la región de Zagorje, en casa de una pariente que tenía gallinas en el huerto: «¡Pi-pi-pi!», llamaba la mujer a sus gallinas para darles de comer. De paso, para el almuerzo, sacrificó un gallito, que allí llaman picek, y hubo sopita y asado. Picek y pipica… Gallo y gallina… ¿Cómo no se le había ocurrido antes todo aquello? ¡Que en la imaginación masculina toda la actividad sexual estaba relacionada con la ornitología! En la historia de la fantasía sexual masculina el papel de las mujeres consiste en trajinar con pájaros y pajarracos. Ya Zeus se benefició a Leda transformado en cisne. "



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