El médico y el enfermo (fragmento)Pedro Laín Entralgo
El médico y el enfermo (fragmento)

"La realidad de la vida hospitalaria justificaba por sí sola la protesta. «Carne de hospital», ha llamado el pueblo español, durante muchos decenios, a la que no tiene ante sí otra esperanza que la enfermedad y la miseria. Pero tal vez no sea improcedente consignar algunos datos sociológicos.
Ante todo, los relativos a las cifras de mortalidad. Tan pronto como la sociedad occidental se industrializa, comienza a percibirse una gran diferencia entre los índices de mortalidad de las ciudades industriales y los de las zonas rurales del país. El pionero de la medicina social, C. Turner Thackrah, hizo notar hace más de un siglo que en Leeds, ciudad industrial, hubo en 1821 un fallecimiento por cada 55 habitantes, mientras que en un distrito rural vecino la proporción no pasaba del 1 por 74. «Cuando menos 450 personas murieron cada año en la ciudad de Leeds —concluía Thackrah— a consecuencia de efectos perjudiciales sufridos en las fábricas, por el hacinamiento de la población y los malos hábitos que de ello nacen... Si suponemos que 50.000 personas mueren cada año en la Gran Bretaña a consecuencia de lesiones sufridas en las fábricas, por el status civil y por la dureza característica de algunos oficios, tengo la seguridad de que nos quedaríamos cortos». Leeds, 1821; todavía no el Manchester que Marx y Engels contemplaran pocos decenios después.
Vengamos a nuestro siglo. En París, entre 1923 y 1926, el promedio de mortalidad por tuberculosis era cuatro veces mayor en el distrito VIII (población proletaria) que en el distrito V (población acomodada). En un sector de 17 manzanas con 4.290 casas y 185.000 habitantes del distrito XIII, el promedio de mortalidad llegó a 480, seis veces más alto que en el distrito VIII (R. Pierreville). No menos elocuentes son las estadísticas norteamericanas de Rollo H. Britten. En diez Estados de la Unión, la mortalidad por tuberculosis pulmonar por cada 100.000 personas de edades comprendidas entre 25 y 44 años, alcanzaba las siguientes cifras: 193,5 entre los trabajadores no especializados, 69 entre los trabajadores especializados, 28,6 entre los dedicados a las profesiones liberales.
Siete veces mayor, por tanto, en aquéllos que en éstos. La mortalidad general era casi doble: 13,1 frente a 7. He aquí, en fin, los resultados de las investigaciones estadísticas de Perrott y Collins acerca de los aspectos médicos y sanitarios de la depresión económica de 1930. "



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