Geórgicas (fragmento) Virgilio
Geórgicas (fragmento)

"Vosotras, oh lumbreras esclarecidas del universo, que guiáis el año deslizado a través del cielo, y tú, Líber, y tú, nutricia Ceres, si es cierto que por regalo vuestro cambió la tierra la bellota caonia por la gruesa espiga y mezcló el agua del Aqueloo con el mosto de la recién hallada uva, y vosotros, Faunos, divinidades protectoras 10de los campesinos, traed también la danza, Faunos, lo mismo que vosotras, doncellas Dríades, que vuestros dones canto.
Y tú, Neptuno, en cuyo honor la tierra herida por tu gran tridente brotó al punto el relinchante caballo, y, tú, habitante de los bosques, en cuyo honor trescientos novillos blancos como la nieve pacen los fértiles sotos de Cea; tú, también, Pan, guardián de ovejas, abandona el bosque paterno y los valles del Liceo, y si te causan algún cuidado tus campos ménalos, ven a mí, propicio, oh Tegeo, y tú lo mismo, Minerva, que descubriste la oliva, y tú niño, inventor del corvo arado; y tú, Silvano, que llevas un tierno ciprés arrancado de raíz. Vosotros dioses y diosas todos, cuyo servicio es proteger los campos y alimentar sus frutos espontáneos y hacer caer desde el cielo a los sembrados abundante lluvia.
 Y tú, por fin, oh César, tú, de quien no sabemos qué asamblea de los dioses tiene reservado un puesto; ya quieras visitar ciudades y cuidar las tierras y te reciba entonces la tierra toda como autor de los frutos y moderador del tiempo, ceñidas tus sienes del materno mirto; o si te presentas como dios del mar inmenso y adorando solamente los marineros tu deidad, a ti te sirva la más remota de las tierras, Tule, y Tetis te compre para yerno por el mar entero; o si bien prefieres añadirte como nuevo astro a los meses largos, en el espacio libre entre Erígone y las Quelas que la siguen (pues el ardiente Escorpión estrecha ya en tu honor sus brazos y te ha dejado una parte del firmamento más que suficiente): sea cual fuere tu destino (pues ni el Tártaro te espera como rey, ni de ti se apodere tan cruel pasión de reinar, aunque Grecia admire los Campos Elíseis y Prosérpina no atienda a seguir el llamamiento de su madre), suaviza mi tarea y favorece mi audaz empresa y, compadeciéndote conmigo de los labradores, que ignoran su camino, señálame la ruta y acostúmbrate ya mismo a ser invocado con plegarias. "



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