La sinfonía de las moscas (fragmento)Mercedes Salisachs
La sinfonía de las moscas (fragmento)

"Cuando se aproximaba Navidad, las calles de la ciudad se remozaban. Incluso las voces del tránsito adquirían una cadencia distinta, activa, armónica. Las ilusiones obligadas lo absorbían todo. Se apuraban las ideas para superar la celebración de las fiestas; nadie vivía al margen de ellas. Se prolongaban las luces en los escaparates de las tiendas lujosas, se renovaba la semilla de todos los años en cualquier rincón propicio. A pesar de las restricciones energéticas se multiplicaban los letreros luminosos, y pese al frío, se intensificaba el interés por los espectáculos.
Tres noches a la semana, las Ramblas arrastraban coches y tranvías hasta el Liceo. Los guardias vestidos de gala imponían un orden difícil. Los botones abrían y cerraban portezuelas esperando una propina que casi nadie prodigaba. Los pies de las señoras pisaban colas, y las colas arrastraban suciedades. Las sedas crujían al unísono en el obligado ir y venir. Olía a gasolina y a perfumes. Dos horas de silencio expectante en la calle. Pasaba la noche. Pasaba el silencio.
Después el volcán del teatro expelía su lava humana. En el pórtico se agrupaban los escotes, las alhajas y las pecheras. Se hablaba alto, se tarareaban las arias recién oídas.
Frente a la masa elegante, los otros.
Eran los oscuros. Los que vivían ignorados. De vez en cuando una dama atravesaba la barrera de esos ignorados. Dejaba una estela de brillo y perfume que hipnotizaba unos segundos a la masa.
Era el lugar de cita de muchos novios, o el punto de partida de algún ratero, o el palco teatral de algún solitario.
Casi ninguno estaba allí por casualidad. Iba allí a «ver» de verdad a los que veía siempre en revistas o periódicos.
Pablo y Julita habían dejado la moto para deambular mejor por las calles. Llegaron junto a «los oscuros» en el preciso momento en que salía la gente del teatro. "



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