San Juan Boca de Oro (fragmento)Constantin Virgil Gheorghiu
San Juan Boca de Oro (fragmento)

"Éste fue seguramente el primer paso de Boca de Oro hacia la Santidad. Pero el camino hacia la santidad es más largo que el camino hacia las estrellas. Juan no partió con Basilio hacia el desierto. Pero si no fue al desierto trajo el desierto bajo el techo materno. Lo trajo realmente. Antusa le había pedido sólo una cosa: no partir mientras ella viviera. Obedeció. Permaneció en la casa. Pero a partir de ese día llevó en la casa de Antusa la misma vida que hubiera llevado en el desierto.
Quitó la cama de su habitación. Arrojó fuera los muebles. Renunció a ser servido por los criados de su madre. Se preparaba solo todo lo que necesitaba, como los anacoretas en el corazón del desierto. Redujo todo lo posible el sueño. Boca de Oro no veía a nadie. No salía, no recibía a nadie. Preparaba su comida — legumbres hervidas — una vez por día. Su tiempo se hallaba consagrado al estudio y a la oración. Trató—como lo hacen los solitarios del desierto — de dominar sus pasiones, sus instintos. Vivió en una soledad absoluta. No veía más que el techo y los muros de su habitación. «Sin duda mis pasiones no se han apagado, pero me es más fácil combatirlas^... De igual modo que los animales feroces bien alimentados y sumamente ágiles, derriban fácilmente a aquellos que los atacan, sobre todo si no son fuertes ni hábiles, pero si se les rinde por el hambre, su furor decrece y sus fuerzas disminuyen poco a poco, así es quien debilita las pasiones del alma, las somete al yugo de la razón,.. Encerrado en mi soledad, me esforcé por dominarlas. No obstante, por la gracia de Dios las domo y sólo oigo sus lejanos aullidos. He aquí por qué vigilo mi celda y permanece cerrada a cualquier visitante».
No obstante vivir en su casa natal como en un destierro, Boca de Oro nos confiesa cuáles eran sus mayores enemigos: «Mi alma es débil. No puede soportar las injurias ni los homenajes». No tuvo ocasión de soportar injurias, pero el mayor peligro eran los homenajes.
Cuanto más se aislaba más crecía su gloria en Antioquia. La ciudad no hablaba más que de su sabiduría, de su virtud, de su boca de oro y de su genio. Un día, la ciudad que veneraba a ese joven solitario que vivía en plena Antioquia con más austeridad que los ermitaños del desierto, entró en la celda de Boca de Oro. Antioquia quiso sacarlo de su soledad y hacerle obispo. "



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