El chiplichandle (fragmento) "La armonía del movimiento está en hacer el paso del uno al otro casi imperceptible. Flora, nacida en monte, acostumbrada desde niña al salto y al descenso, a la carrera y a la subida, desplazamientos en los que la cadera juega su papel expeditivo y de control, no sintoniza con elegancia los dos tiempos. Por eso en movimiento no hay mujer como la de la llanura. Por eso anda mejor la francesa que la italiana y mejor la madrileña que la norteña. Los primeros meses, al caminar ponía las caderas en guardia como si tuviese que trepar a lo más arduo del Serantes. Viendo a las señoritas del pueblo pasear lánguidamente por el muelle, ahora se va corrigiendo. Flora no tiene la educación del paso ciudadano; en cambio es dueña de una riqueza deliciosa de actitudes. La inactividad la sorprende siempre en posturas de una encantadora línea plástica. A los anocheceres cuando el azacaneo del día la hormiguea en el cuerpo, apoya una mano en el mostrador y la cabeza vuelta da a la blancura de la pared su perfil agrandado; los ojos redoblan los palillos de sus pestañas en el tambor tenso de los pómulos, y de todo el cuerpo emerge una belleza imponente y sucinta, y entonces pasa por las cosas más toscas de la taberna esa gracia de las adolescentes que en las métopas dóricas ponen el ánfora bajo el pífano de una fuente y se duermen contemplando la dulzura del agua. En ella todo es naturaleza sin pizca de artificio. Se da a la risa, al trabajo y a la conversación como el líquido al cristal que lo recibe. Cierta noche, a los pocos días de llegar, hubo en la taberna variado concurso: marinerotes, que tiraban sobre los bancos su fatiga salada y su reuma; boteros de manos callosas y aduridas; obreros derrengados, y algún piloto, algún oficinista. Flora, álamo cierne en una asamblea de encinas, repartía diez céntimos de olvido en vidrio grueso. Los viejos la llamaban Florita y los jóvenes Flora. Era un Flora pulposo, y al pronunciarlo quedaba en sus labios una resonancia frutal. La fueron cercando con Floritas y Floras... hasta que la tuvieron ya sujeta, obligándola a contar su vida. " epdlp.com |