Los chicos de la Nickel (fragmento)Colson Whitehead
Los chicos de la Nickel (fragmento)

"Los chicos apoyaban a Griff pese a que era un miserable abusón que siempre estaba hurgando en sus puntos flacos, o inventándoselos si no encontraba ninguno, como llamarte «patizambo de mierda» aunque tus rodillas jamás hubieran chocado entre sí. Les ponía la zancadilla y se carcajeaba al ver el batacazo subsiguiente, y les daba de bofetadas cuando sabía que no lo iban a pillar. Los sacaba a rastras para llevarlos a cuartos oscuros. Olía como un caballo y se mofaba de las madres de sus compañeros, cosa bastante ruin habida cuenta de que buena parte del alumnado carecía de madre. Les robaba el postre a menudo —pescándolo de la bandeja con una sonrisita en los labios—, y eso aunque el postre en cuestión no fuera nada del otro mundo, solo por fastidiar. Los chicos apoyaban a Griff porque iba a representar al contingente de color de la Nickel en el combate de boxeo anual, e hiciera lo que hiciese el resto del año, el día de la pelea Griff era todos ellos en un solo cuerpo negro e iba a dejar K.O. a ese chico blanco.
Y si Griff escupía algún diente antes de que eso ocurriera, mejor que mejor.
Los chicos de color ostentaban el título de la Nickel desde hacía quince años. Los más viejos del personal se acordaban del último campeón blanco y aún seguían poniéndolo por las nubes; de otras cosas de los viejos tiempos no hablaban tan a menudo. Terry «Doc» Burns, un buen chico con manos como yunques nacido en algún rincón mohoso del condado de Suwannee, había ido a parar a la Nickel por estrangular a las gallinas de un vecino. Veintiuna gallinas, para ser exactos, y porque «iban a por él». Su cuerpo escupía el dolor como escupe la lluvia un tejado de pizarra. Después de que Doc Burns se reincorporara al mundo libre, los chicos blancos que habían llegado al combate final eran unos caguetas, y tan flojos que con el tiempo se fue hinchando cada vez más el mito del antiguo campeón: la naturaleza había dotado a Doc Burns de unos brazos prodigiosamente largos; no se cansaba nunca; su legendario combo machacaba a todos los aspirantes y hacía vibrar las ventanas. En realidad, a Doc Burns le habían pegado tantas palizas y había sido tan maltratado en la vida —tanto por su familia como por desconocidos—, que cuando llegó a la Nickel cualquier castigo le parecía una suave caricia. "



El Poder de la Palabra
epdlp.com