Historia de la novela española entre 1936 y 1975 (fragmento)José María Martínez Cachero
Historia de la novela española entre 1936 y 1975 (fragmento)

"El premio “Biblioteca Breve” y el premio “Nadal” fueron concedidos en más de una convocatoria durante la década de los 60 a novelistas hispanoamericanos; el silencio que venían guardando algunos de sus colegas españoles, unido a la monotonía y al mimetismo en que otros habían caído,
favoreció, junto a una calidad indudable, su triunfo. Después, sí, apareció la moda: denigrar a los de casa, ceder su sitio editorial a los de fuera, exaltar a éstos sin más ni más y, también, arremeter contra ellos sin ton ni son.
Tal vez la historia haya comenzado con el éxito de La ciudad y los perros, de Mario Vargas Llosa, 1962, y continuado, de forma avasalladora, con el de Cien años de soledad (a partir de 1967, primera edición, y 1968-1969, años de su difusión masiva entre nosotros); haya sido corroborado con premios, entrevistas y artículos, estancias prolongadas en España de algunos autores (Vargas Llosa, García Márquez o José Donoso, por ejemplo), polémicas, conferencias, libros y esté ya próxima a convertirse en un cansancio más, un tercer cansancio en nuestro recorrido.
Esas dos novelas, algunas de las premiadas en España, otras aquí editadas, amén de las que fueron llegándonos son muestra de una literatura en libertad —sin coacciones de censura oficial pero, asimismo, sin las trabas impuestas por una rígida militancia política—, complacida en el lenguaje y en la técnica, haciendo uso no temeroso de la imaginación, de la divagación gratuita, de la total realidad humana. Comparados con los novelistas españoles coetáneos —con censura oficial y trabas de militancia política; sin mayor libertad para asomarse fuera y hondo—, éstos quedan, en conjunto, por bajo de aquéllos pero, y aunque algunos denigradores lo hayan hecho, tal vez no sea justo ni rigurosamente crítico comparar a unos con otros, ya que “de sobra sabemos lo que aquí hubieran dado de sí esos escritores [los españoles], durante el cuarto de siglo de censura de la que ellos [los hispanoamericanos] se han librado”.
Sin ton ni son se arremetió entre nosotros contra la irrupción novelística hispanoamericana, no dándose cuenta, por ejemplo, de lo mucho que ésta tenía de riego saludable para la nuestra. Se habló de un fenómeno de habilidad editorial; recurrieron algunos a las argumentaciones críticas adversas de Manuel Pedro González y de Ignacio Iglesias; sacaron otros las cosas de quicio aludiendo a un modo de sutil penetración castrista. (También se dijo que la novela hispanoamericana había comenzado antes de ahora mismo, lo cual es muy cierto pues, dentro del siglo XX y antes de ahora, existieron novelistas importantes y en no pequeña cantidad.) La intervención más espectacular y escandalizadora corrió a cargo del novelista Alfonso Grosso, en Madrid, 1969, y por dos veces: conferencia en el Club “Pueblo” y declaraciones en un diario de la capital. Grosso dijo cosas como éstas: “Cortázar es un histrión y no me interesa nada. García Márquez es un bluf. Vargas Llosa es muy turbio y no ha descubierto nada. ¡Ya está bien de novela hispanoamericana! "



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