Mengele Zoo (fragmento)Gert Nygårdshaug
Mengele Zoo (fragmento)

"Cuando despertó al día siguiente, ya tenía claro lo que iba a hacer. Fue a una librería y pidió un grande mapa, uno donde estuvieran incluidos este país y los países vecinos. Satisfecho, regresó al banco del parque para estudiar el mapa largo y tendido. Isidoro le había enseñado a leer mapas, y Mino había estudiado detalladamente todos los mapas del libro de geografía de María Estrella.
Encontró la ciudad en la que estaba. Muy lejos al oeste del mar. Tenía ganas de regresar al mar, de regresar al país donde vivía María Estrella. Mino estaba en un país grande, el mapa mostraba por dónde pasaban las líneas del ferrocarril, pero esta vez no deseaba viajar en tren, sino seguir una ruta a lo largo de la costa. Muy al sur del país encontró una ciudad adecuada; también estaba situada en la costa, pero no llegaba allí ningún ferrocarril. Sería un viaje largo durante el cual atravesaría varios países, pero esta vez viajaría sin miedo. Nadie podría detenerlo, tenía pasaporte.
Con el bolígrafo que había comprado, trazó una línea sinuosa que terminaba en la ciudad a la que se había propuesto llegar.
Consiguió una bolsa grande de lona que llenó con fruta y alimentos secos. Luego se fue hacia la estación de autobuses y puso el mapa sobre el mostrador. El turista Carlos Ibáñez compró un billete para viajar a una ciudad en la frontera, ahí tenía que comprar otro billete y cambiar de autobús. Tenía que cambiar de autobús varias veces, dijo el hombre detrás del mostrador. Mino viajó durante siete días, atravesó paisajes muy extraños donde vio seiscientos sesenta mil millones de bananos desfilando en hileras infinitas, más de noventa millones de plantas de café floreciendo inútilmente, campos de algodón más grandes que el inmenso mar, espeluznantes hordas de ganado miura hollando el suelo en dirección a los mataderos norteamericanos, una pila de troncos de cien kilómetros de largo y ocho metros de alto, novecientas treinta y ocho mil torres petroleras ensuciando el cielo, más de dos mil millones de barriles de petróleo en las zanjas del camino, siete presas que cubrían valles fértiles y pantanos, trescientas dieciocho fábricas de asfalto que vomitaban humo ácido y provocaban que las mujeres embarazadas dieran a luz antes de tiempo, un incontable número de cerros donde toda la vegetación había sido quemada, sesenta millones de buldóceres, excavadoras, trituradoras de piedra, palas mecánicas, megacamiones y máquinas lanzallamas que torturaban todo lo que encontraban a su paso y dejaban montañas y cerros convertidos en derrumbes amarillos, rojos y grises, diecinueve minas de sal que apestaban a orines, cuarenta y dos minas de níquel, doce minas de oro y setecientas catorce fábricas de papel, donde el aire era espeso y amarillo. "



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