Sociofobia (fragmento)César Rendueles
Sociofobia (fragmento)

"Un padre y un hijo caminan día tras día por desoladas autopistas estadounidenses. Hace años que ningún vehículo circula por ellas. Todo a su alrededor está cubierto por una espesa capa de ceniza negra y las nubes que descargan un gélido aguanieve apenas dejan intuir el sol. Sus principales preocupaciones son encontrar agua potable y alimentos, sobrevivir al frío y no sucumbir a la enfermedad. Están solos. En esta tierra yerma sólo perviven formas depravadas de fraternidad. Ocasionalmente se topan con otros, apenas humanos, unidos en jaurías dedicadas a esclavizar, robar, violar, torturar y devorar a sus congéneres. El canibalismo es una amenaza permanente.
Así transcurre La carretera, la novela distópica de Cormac McCarthy acerca de un futuro postnuclear. Puede resultar difícil de creer, pero buena parte de estos hechos se produjeron literal y repetidamente en un inmenso ámbito geográfico en el último tercio del siglo XIX. La segunda mitad de la época victoriana se caracterizó por lo que el historiador Mike Davis, en un ensayo alucinante, denominó una “crisis de subsistencia global”: un holocausto que causó entre treinta y cincuenta millones de muertos y, sin embargo, apenas se menciona en los libros de historia convencionales.
Una inmensa cantidad de personas —fundamentalmente en India, China y Brasil, aunque el proceso afectó a muchas otras zonas— pereció víctima de la inanición y las pandemias en el transcurso de una serie de megasequías, hambrunas y otros desastres naturales relacionados con el fenómeno de El Niño.
De Cachemira a Shanxi, de Mato Grosso a Etiopía el mundo se convirtió en una pesadilla. Los misioneros, una de las fuentes habituales para conocer lo que ocurría en lugares remotos, hablaban de escenas aterradoras. La gente utilizaba cualquier cosa como alimento —hojas de árboles, perros, ratas, los techos de sus casas, bolas de tierra...— antes de comenzar a devorar cadáveres humanos y, finalmente, matar a sus propios vecinos para comérselos.
En realidad, la antropofagia fue un paso más, y no necesariamente el último, de un proceso generalizado de demolición de la arquitectura social. A lo largo de un territorio inmenso, la autoridad legal se desvaneció como si se tratara de una fantasía ya insostenible, los templos se utilizaron como leña, la gente vendía como esclavos a sus propios familiares, la rapiña se generalizaba... En el transcurso de unos pocos años, estructuras comunitarias milenarias se desvanecieron sin dejar rastro. Incluso el paisaje físico parecía sacado de un escenario apocalíptico: sequías nunca vistas causaron la desertización de extensísimas áreas, plagas de langosta de proporciones bíblicas azotaron los pocos cultivos que sobrevivieron. En ocasiones, la desertización extrema produjo una lluvia de ceniza que cubría los terrenos áridos. "



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