Nicky, la aprendiz de bruja (fragmento)Eiko Kadono
Nicky, la aprendiz de bruja (fragmento)

"El viento que soplaba de frente se intensificó y el manojo de las ramitas de la escoba empezó a atronar como el torrente de un río.
De vez en cuando se veían luces esparcidas entre las montañas negras o, de repente, un campo de cultivo gris. Pero eso era momentáneamente y sólo las montañas se sucedían una tras otra.
Nicky continuó volando sin parar. El cielo del este comenzó a aclarar tenuemente. Las partes blanquecinas del cielo se extendían rápidas como si expulsaran a la noche. Pronto, lo que hasta entonces había sido un mundo gris y azul oscuro adquirió diversos colores. Las colinas, cubiertas de las hierbas verdes y tiernas de la primavera, se veían tan ligeras como si estuvieran a punto de flotar en el aire. Las empinadas montañas rocosas también comenzaron a relucir como si estuvieran rociadas de agua. Nicky estaba tan emocionada que su corazón latía con fuerza por el simple hecho de que un rayo del sol fuera capaz de hacer del mundo un lugar hermoso.
En un estrecho valle, se veía una pequeña aldea de la que se elevaban unas líneas de humo de las chimeneas, el cual fluía hacia un lado. A continuación, algo brilló en medio de la montaña y Nicky vislumbró la raya fina de un río. Ese río, mientras desaparecía y volvía a aparecer, se fue ensanchando poco a poco.
—Vamos a volar a lo largo de aquel río, ya que se dice que el final de un río es el mar. —Nicky giró el interruptor de la radio y se puso a silbar al son de la música que salía del aparato.
La escoba siguió volando enérgicamente con la ayuda del viento favorable.
—A pesar de lo que me dijo mi madre, no me gustaría vivir en una ciudad pequeña —murmuró de pronto Nicky como para sí misma.
—Entonces, ¡¿qué tipo de ciudad te gustaría?! —Jiji levantó la voz para que se le oyera en medio del silbido del viento y la música de la radio.
—Bueno, prefiero que sea más grande que el pueblo donde se instaló mi madre. Una en la que haya edificios altos, un zoo, una estación donde los trenes salen y llegan, un parque de atracciones… ¿Qué te parece, Jiji?
—Pides muuucho. Yo… me conformo con que haya un tejado soleado…, una ventana soleada… y un pasillo soleado…
—¿Acaso tienes frío?
—Sí, un poco. —Jiji, que hasta el momento había volado sobre el manojo de ramitas, se adelantó y se aferró a la espalda de su ama.
—En ese caso, ven aquí. No tengas reparos y dime lo que sea, ya que de ahora en adelante estamos solos los dos. —Dicho eso, Nicky acomodó sobre su regazo a Jiji.
Al cabo de un rato, Jiji estiró el cuello y sugirió:
—Oye, Nicky, ¿qué tal aquel pueblo?
El pueblo que se veía justo debajo de ellos tenía la forma de un plato rodeado de hermosas colinas verdes. Los tejados rojos y azules se arracimaban, y parecían trozos de zanahoria y guisantes en una sopa.
—Qué bonito —dijo Nicky.
—Un pueblo como este es conveniente para vivir, estoy seguro —comentó Jiji con expresión de enteradillo.
—Pero… es demasiado pequeño… ¡Ah! ¡Mira allí! —exclamó
Nicky de pronto y señaló en otra dirección.
Se trataba de un pequeño punto negro que quedaba muy por debajo de ellos, y al fijarse en él mientras se acercaba poco a poco, vislumbraron a una bruja con un gato negro en un hombro volando. "



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