La leyenda de la Peregrina (fragmento)Carmen Posadas
La leyenda de la Peregrina (fragmento)

"El carboncillo cae de las manos del maestro. Las palabras de Josefina Beauharnais, que son textuales y que él ha reproducido al pie de su Capricho, actúan como conjuro y traen a su memoria un tropel de fantasmas no invitados. Cadáveres y más cadáveres. Hombres, mujeres, niños… Bravos muchachos que apenas habían empezado a vivir cuando la muerte los encontró luchando por su país. Aquí están todos a una: son los espectros de aquellos mismos mutilados y semidesnudos que él bosquejó la víspera en Príncipe Pío y a los que los gabachos convirtieron en pasto de ratas, de cucarachas, por haber tenido la osadía de intentar recuperar la tierra y el trono que Carlos y su hijo Fernando frívolamente han regalado a Bonaparte.
Y ahora que el gabacho los tiene a ambos a su merced, ¿qué pasará?, se pregunta a continuación el maestro. Quizá Napoleón decida mantener a Fernando en el trono para manejarlo como un patético polichinela. Pero puede ocurrir también que opte por mandarlo al basurero de la historia y siente en el trono de España a uno de sus hermanos, como ya ha hecho en Holanda, en Nápoles o en Westfalia. Difícil es saberlo, se dice, pero, en cualquier caso, alumbran tiempos recios. La sangre derramada en Madrid anteayer no es más que el preludio de una guerra larga y cruel.
Goya vuelve a mirar sus bosquejos. No los realizados ahora mismo. Tampoco los apuntes que tomó ayer en la montaña de Príncipe Pío, sino los otros, los dibujados en tiempos de gloria y que le sirvieron para dar forma a La familia de Carlos IV. «Mi particular homenaje a Las meninas», dice, sirviéndose otra media copita de orujo. Uno muy medido, meditado, tanto en las similitudes como en las diferencias, porque si el maestro sevillano se había autorretratado a la izquierda de su cuadro y de cuerpo entero, él en el suyo había preferido ocupar un lugar más discreto. A la izquierda también, pero apenas visible entre las cabezas de sus personajes. "



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