Orient-Express: el tren de Europa (fragmento)Mauricio Wiesenthal
Orient-Express: el tren de Europa (fragmento)

"Observo a los viajeros que suben al tren y que serán mis compañeros de viaje hasta Estambul. Pensaba encontrar sólo gente mayor, pero veo algunas parejas jóvenes. Y me llama la atención una muchacha rubia con un vestido estampado de seda cruda, que parece especialmente diseñado para este Orient-Express de la Belle Époque. Es alta, y el plisado de su falda la hace parecer aún más estilizada. La miro con discreción, porque me parece realmente elegante, con ese estilo que sólo da una educación esmerada en una mujer especial. La acompaña un señor mayor, también con gran empaque y un mostacho a la húngara, que tiene aspecto de ser un viejo militar. No sé por qué le encuentro cierto parecido con Eduardo VII, el hijo de la reina Victoria; seguramente porque viste un traje príncipe de Gales y lleva un homburg gris. Y observo que ella lleva en las manos un par de libros antiguos, encuadernados en piel: un detalle que me resulta fascinante en este momento, mientras paseamos delante de los vagones que, como trofeos del tiempo, guardan tanta historia.
Me detengo delante del Phoenix, que fue el vagón favorito de la reina madre Elizabeth. Le dieron este nombre cuando «renació de sus cenizas», ya que lo restauraron a partir de un vagón que había quedado maltrecho en un incendio. En 1953, formó parte de los vagones que transportaron a los invitados a la coronación de Isabel II.
La familia real británica fue siempre fiel al Orient-Express, cuando visitaban a sus parientes que reinaban en Grecia y Rumanía. Especialmente el príncipe Felipe de Edimburgo viajaba a menudo en el expreso de Atenas para ver a su madre. Me entristece pensar que pocas personas deben de recordar hoy a la princesa Alice de Battenberg, una mujer admirable—hablaba media docena de idiomas—que dejó una leyenda de justicia y de caridad; todo ello venciendo las limitaciones de su sordera congénita.
Observo los detalles del Phoenix. Deslumbran sus ventanas de bronce dorado. Viajé en él, hace veinte años, y reconozco sus preciosos medallones de marquetería con diseños de flores. Su interior huele a cera fresca, como si las maderas estuvieran vivas, prontas a florecer en las selvas y bosques donde nacieron. Hace cuarenta años este vagón parecía haber acabado su vida. Adquirido por la cadena hotelera Mercure se utilizó como restaurante en los alrededores de Lyon, pero fue rescatado a tiempo para formar parte del nuevo Orient-Express.
Me detengo también delante del Cygnus y, sin querer, escucho las explicaciones que da a la muchacha el señor del bigote imperial. Comenta que este vagón formaba parte en 1965 del convoy que transportó los restos mortales de sir Winston Churchill. Fue un cortejo impresionante: uno de los últimos momentos en que los europeos pudimos rendir homenaje a un personaje heroico y digno de nuestra historia. "



El Poder de la Palabra
epdlp.com