Viento y joyas (fragmento)Francisco Casavella
Viento y joyas (fragmento)

"Y el Jaguar salió al cabo de un rato del aparcamiento con ella al volante y se alejó para que yo iniciase el pequeño desastre habitual siempre que me abandonaba. El mismo desbarajuste de los sentidos que debía reprimir cuando llegaba al caos ingrávido de lo que algún botarate llamaría mi vida profesional. Esa noche vagué sin rumbo, y al día siguiente estuve dispuesto a oír las idioteces de mis superiores comentando los artículos de periodistas comprados frente a una bullabesa, preparado para contemplar el rostro de ausencia del que se follaba a Tina por dinero, por el verdadero interés de Tina. Y tras la comida, tras saber de futuras vicisitudes en la capital que nada me importarían, volví a recordar momentos de hierro hasta acabar en el garito de aire camp lleno de melenudos de buena familia. Un camarero, tan melenudo como sus clientes, tan avieso en la mirada y falso en el ademán, me invitó por fin a marcharme de allí, ajeno al inocente origen de mis soliloquios en voz alta dirigidos a la típica mujer que damos en llamar puta una y otra vez, de la violencia nacida en los que no encuentran otra lógica en el mundo que la propia, la descarnada locura momentánea. Le arrojé un puñado de billetes. Fui agarrado de las solapas, mientras alguien, quizá yo, gritaba que ninguno de esos cabrones había visto un muerto como yo lo había visto, que nadie había follado como yo lo había hecho.
Expulsado a la noche cerrada y áspera, aún creía en la oscura voluptuosidad de las dimensiones rotas, de las camisas sucias y el pelo revuelto. Aún el conflicto era asombro, y útil vomitar en el hondo jardín de un edificio que olía a césped recién cortado. Me esforzaba para soñar un poco en vida, y el sueño se desgajaba sobre mis zapatos en restos de alimento mal digerido.
Ahí está mi rival amoroso con una bolsa de viaje entre las piernas, fantoche único en la cafetería del aeropuerto. Para que le veamos, levanta un brazo del que cuelga una trinchera. Su gesto no es necesario: el medio litro de Eau Sauvage que ha volcado sobre un pelo con nuevos reflejos cobrizos apesta desde un kilómetro. Un bronceado que se aclara en los ojos le da aire de murciélago. "



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