Murmullo (fragmento)Will Eaves
Murmullo (fragmento)

"Es interesante que mencionaras el comportamiento honesto, porque como sabes yo siempre he considerado que es una cuestión importante. Si una máquina parece pensar, ¿por qué deberíamos seguir insistiendo en que no lo hace? Y luego la cuestión que volvió a surgir en aquella cena con Max N. que mencionas. El encargado de mi libertad provisional estaba presente, sí, pero su trabajo consiste en vigilarme, y cuando eso sucede la cosa resulta completamente llevadera. Es un joven inteligente —fue el que me felicitó por mi «encantadora declaración», como creo que te conté— y me estaba preguntando si he sido alguna vez miembro de las sociedades secretas de Cambridge. Max se atragantó con su esponjosa tarta casera y dijo que no deberían de haber sido muy secretas conmigo a bordo, lo que tomé por una desagradable referencia a mi voz cantabile, o posiblemente a mi innato sentido del estilo, pero, June, se lo perdoné. Dije que le entendía (al encargado de mi libertad provisional) al referirme a los Nómadas y, no, ellos nunca hicieron ninguna insinuación. Y entonces me interrumpí y pensé en ello.
Porque la cuestión del ceremonioso procedimiento de elección de los Nómadas era que uno nunca sabía si tenía lugar o no. Un comportamiento nada honesto. Uno podía estar en la cama con alguien o preparando té en ropa interior o en el servicio y alguien podría hacerte una pregunta (llamarte a gritos, imagino, si estabas en el servicio) y eso sería la entrevista y tú no sabrías nada de ella. No tendrías modo alguno de saber el significado de algo: el conjunto de tu vida podría tener una determinada estructura —ser parte de una entrevista— y no lo sabrías.
Y si no lo sabías, no serías menos libre para «hacer lo que te guste», según me ha parecido siempre. Si un ordenador consigue simular de algún modo un mundo con tus y yoes conscientes yendo de acá para allá en él, entonces desde tu punto de vista y el mío somos conscientes y el hecho de que éramos simulados no estaría ni aquí ni allí.
Cuando estaba en Cambridge leía a Russell y a Gödel, debatía con los dos, y solía pensar sobre esa clase… —ya sabes, la Clase de Todas las Cosas Pensables—, en ser un miembro de ella y por lo tanto no-normal y todo eso. Y ahora se me ocurre que todo el tiempo existía la posibilidad de otra clase, la Clase de Todas las Cosas Impensables, en precisamente el sentido que he descrito, June: un determinismo que no se te permite descubrir, ¡una SOCIEDAD SECRETA! «No puedo pensar en eso, eso no se me puede ocurrir, de modo que no estoy peor.» Completamente justo.
Pero señor Pryor, dijo Hamish (su nombre), usted nos conoce a nosotros, como nosotros le conocemos a usted, y le estamos vigilando, y le estoy contando que hacemos eso. Buena cuestión, dije yo (me gusta. Elogió también la tarta esponjosa). Yo sé cómo es usted, pero me gusta parecer que no soy simplemente una criatura de la legislación disciplinaria, solo una persona concreta que sabe perfectamente bien lo que es la homosexualidad, pero preferiría no pensar en eso. "



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