Santiago apóstol, patrón de las Españas (fragmento)Juan de Contreras y López de Ayala
Santiago apóstol, patrón de las Españas (fragmento)

"Pasado el terror milenario, se extendía por Europa como una oleada de esperanza y de optimismo. La paz permitía labrar los campos a los labradores y a los artesanos dedicarse a sus oficios. La Cristiandad, según la frase del monje Raúl Glaber, se ataviaba con el blanco vestido de nuevas iglesias. Abiertos estaban los caminos y se establecían corrientes culturales y comerciales entre los diferentes reinos. Las peregrinaciones en masa a Santiago son un hecho corriente, y en el mismo siglo XI, en 1072, Alfonso VI de Castilla y León suprime los portazgos de Galicia en beneficio de los peregrinos de Italia, Francia y Alemania que se encaminaban a Santiago. Era entonces la romería harto penosa y llena de peligros, pues los peregrinos, después de pasar el Pirineo, huyendo de las bandas de salteadores sarracenos, sin Dios ni ley, que todavía infestaban la baja Navarra y la Rioja, tenían que tomar guías que les condujesen por sendas de cabras a través de las montañas vascas. Reyes, Obispos y grandes señores, en este mismo siglo XI, tomaron como la empresa más grata a Dios la de facilitar las peregrinaciones y socorrer y amparar a los peregrinos. El Rey Patriarca Sancho el Mayor, Emperador de las Españas, pacificó toda la Rioja, la arrancó del poder de los bandidos moros y mandó trazar una carretera desde el Pirineo a Nájera, según se lee en el Cronicón Silense. La Reina doña Mayor y Santo Domingo de la Calzada construyeron, para los peregrinos, puentes de sabia arquitectura.
Este camino se iba poblando, en sus etapas principales, de buenas hospederías, en las cuales muchas personas santas consagraban su vida al cuidado de los peregrinos, pobre humanidad fatigada, afligida de toda suerte de miserias. Apenas comenzaban a descender por las vertientes meridionales del Pirineo, en Ibañeta se encontraban con un hospital que, según la tradición, fundó nada menos que el Emperador Carlomagno. En Pamplona todo un barrio estaba dedicado a alojar a aquellos devotos extranjeros, y más hacia el sudoeste, Santo Domingo de la Calzada era una ciudad cuya única razón de ser consistía en el camino de la peregrinación. Santo Domingo es el ángel de las rutas: trazador de caminos y ponteador, funda en la ciudad un hospital y hospedería en que él mismo asiste a los viandantes. La catedral es uno de los jalones de reposo de los romeros y sus ámbitos presenciaron prodigios estupendos. San Lesmes se instaló fuera de los muros de Burgos, en la estancia que le cedió Alfonso VI, y consagró su vida a recibir, curar y proporcionar descanso y sustento a los pobres romeros. Alfonso VIII construyó en la misma ciudad el magnífico hospital del Rey, cerca de Las Huelgas. Lo mismo hacía, en la vieja Castilla, San Juan de Ortega. Como en su tiempo — a mediados del siglo XII — los montes de Oca, estuviesen infestados de ladrones, para resguardo de los peregrinos que hacían la vía de Santiago fundó un convento y un hospital y reedificó, para su comodidad, los puentes de Logroño, Atapuerca, Nájera y la Calzada, porque, merced a las peregrinaciones, se iban restaurando puentes y caminos abandonados desde la ruina del Imperio. Ya en el Reino de León don Julián, abad de Sahagún, estableció en su monasterio una hospedería para los que iban a Santiago. "



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