El señor Diablo (fragmento)José María Eça de Queiroz
El señor Diablo (fragmento)

"¡Infierno! Y entonces los creyentes rezan a la Virgen María; los ateos invocan la muerte, el dulce aniquilamiento de la materia; los más violentos piensan en atraer al mozo de la imprenta con palabras dulces, cortarlo en pedazos con una navaja de afeitar, esconder los fragmentos en la alacena doméstica… ¡Y las botas, allá en el fondo, irónicamente crujen!…
¡Ah, querido Chagas, de ahí vienen las canas precoces! ¿Sabe usted lo que yo hice en una de estas agonías, sintiendo al muchacho de la imprenta toser en la escalera, y no pudiendo arrancar una sola idea útil del cráneo, del pecho o del vientre? Agarré ferozmente la pluma, y medio loco, di una tunda desesperada al bey de Túnez. ¿Al bey de Túnez? Sí, mi querido Chagas, a ese venerable jefe de Estado, a quien yo nunca viera, que nunca me hiciera mal alguno y que incluso creo que en esa época había muerto. No me importó. En Túnez siempre hay un bey; lo aniquilé…
Por eso yo comprendo muy bien que usted no me pudiese citar. ¡Qué demonio! Si me citase, ¡adiós, bellas frases! ¡Adiós, bello patriotismo! ¡Adiós, bello artículo!… Y usted oía en el corredor las suelas malditas crujiendo. Tal vez yo, en su caso, hubiese hecho algo peor…
¿Comprende ahora el lector las razones de orden íntimo que impidieron a mi amigo y colega Pinheiro Chagas el citarme?… Bien, déjeme entonces ponerle delante de los ojos otro párrafo de la Gazeta de Noticias. Escribí yo: “Pero la verdad es que en una época tan intelectual, tan crítica, tan científica como la nuestra, no se logra la admiración universal, ya sea una nación o un individuo, sólo con tener comedimiento en las calles y pagar lealmente al panadero.
Son cualidades excelentes, pero insuficientes. Requiérese más; requiérese la fuerte cultura, la fecunda elevación de espíritu, la fina educación del gusto, la base científica, la cultura del ideal, que en Francia, en Inglaterra o en Alemania, inspira en el orden intelectual la triunfante marcha hacia adelante; y en las naciones de facultades menos creadoras, en la pequeña Holanda o en la pequeña Suecia, producen ese conjunto eminente de sabias instituciones, que son,
en el orden social, la realización de formas superiores de pensamiento”.
Este debía ser (y creo que realmente es) el punto de discusión entre nosotros. Yo digo que Portugal, en esta época en que no puede hacer conquistas ni tiene ya continentes que descubrir, debe esforzarse por lograr un puesto entre las naciones civilizadas, por su educación, su literatura, su ciencia, su arte; probando así que aún existe porque aún piensa… Fuimos grandes, por lo que antaño hacía grandes a las naciones: la fuerza; procuremos hacernos fuertes, por lo que hoy hace a las naciones fuertes: la idea. Fue esta noble superioridad la que yo deseé a mi patria. "



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