El ojo americano (fragmento)Constantin Virgil Gheorghiu
El ojo americano (fragmento)

"El capitán Taxid piensa en los nativos de las islas del Pacífico y del Océano índico, que rinden culto a los americanos. Esos seres primitivos conocieron a los soldados americanos con ocasión de la Segunda Guerra Mundial. Aterrizaban sus bombarderos en las islas. Llevaban alimentos, whisky, cigarrillos y admiraban a los indígenas con la radio y la televisión. Lo mejor de lo mejor. Como en el Paraíso. Los aborígenes crearon entonces una nueva religión en la que Dios, los ángeles y los santos adoptaban la apariencia de los pilotos americanos. Ya no esperaban la venida de Cristo cuando el Juicio Final, sino la llegada de los enormes aviones americanos. Los aviadores U.S.A. Su paraíso se había convertido en las riquezas que esos aviones descargaban en las islas: cigarrillos, calzado, latas de conserva, aparatos de todo tipo y, sobre todo, transistores. Su paraíso quedaba reducido a la felicidad que les proporcionaban los excedentes americanos.
El capitán Taxid se avergüenza de sí mismo. La noche pasada, tras haber recibido el mensaje vía satélite, lucubró, junto con sus marinos y Amina, toda una teoría mitológica semejante a la imaginada por los isleños. Creyó de buena fe que había sido visto el asesinato de Akantha desde la mismísima Nueva York. Y el doctor acaba de enterarle de la realidad de los hechos: los americanos no poseen ninguna clase de poder tecnológico sobrenatural. El ojo que ha visto el asesinato de la isla de los Desarraigados es simplemente un ojo humano. Es el ojo verde de Mr. Felix que se hallaba en las inmediaciones del lugar donde aconteció el suceso. Por tanto, todas las suposiciones que se les ocurrieron aquella noche en Rodón han resultado ser equivocadas y extravagantes. A pesar de todo, hay un punto que no ha quedado en claro: es el barco espía Mythos. El secreto que le rodea sigue impenetrable.
—¿Sabe usted de la existencia del barco americano Mythos? —pregunta el capitán al doctor Smith—. Está fondeado frente al puerto de Rodón y ha sido éste el que nos ha transmitido el mensaje de usted, esta madrugada.
—El Mythos es un barco espía. Pertenece a los servicios americanos de Inteligencia. Tenemos millares de buques de ese tipo desperdigados por toda la tierra, a lo largo de las costas. Su misión consiste en hacer acopio de toda clase de información y de transmitirla al Cuartel General. Al Pentágono. Vienen a ser los ojos y los oídos de los Estados Unidos. Gracias a ellos, vemos y oímos todo cuanto acontece en el universo. El Mythos ha echado anclas frente al puerto de Rodón en virtud de un acuerdo suscrito entre los Estados Unidos y el gobierno de ustedes. Todo es absolutamente legal. ¿No lo ha visto usted de cerca?
—Por supuesto, lo he visto de muy cerca —responde el capitán.
Ahora se le ocurre que, al fin y al cabo, no tan desencaminados iban el sargento Gringa y Amina. El ojo americano existe. No es sólo el del doctor Felix Smith.
—El Mythos es un barco espía, un barco laboratorio. Un verdadero complejo industrial. Cuenta con centenares de metros de cables, antenas, radares, células fotoeléctricas, toneladas de material de grabación, de escucha y de detección. Ve y escucha todo cuanto ocurre sobre la superficie de la tierra, sobre el agua, en la atmósfera y bajo el agua. Nuestros barcos espías están en contacto permanente, no tan sólo con el Cuartel General, sino también con los aviones, los satélites y los demás buques de observación. ¿No ha subido usted nunca a bordo del Mythos? "



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