Euclea o la griega de Trieste (fragmento)José Justo Gómez de la Cortina
Euclea o la griega de Trieste (fragmento)

"La tiranía del gobierno turco había condenado a los infelices griegos de Candía a no poder ausentarse ninguno del lugar de su respectivo domicilio, y mucho menos de la isla, sin licencia particular, que sólo se obtenía mediante el pago de una contribución graduada por el brutal bajá, según su capricho. Por lo común nunca exigía éste menos de veinticinco pesos por persona, cuando la licencia era para dentro de la isla; ni menos de ciento cuando era para fuera, debiendo pagársele estas cantidades en moneda corriente, o el doble de ellas en frutos del país. Los griegos de Candía eludían estos pagos siempre que les era posible, y muchos se amparaban del pabellón inglés que por aquel tiempo protegía la traslación clandestina de ellos a las Islas Jónicas; pero aun estos mismos actos de desesperación servían de pábulo a la rapacidad del bajá, porque en semejantes casos se apoderaba de todos los bienes del prófugo, y así es que el mismo bajá incitaba muchas veces a la desobediencia, por medio de mil rateras astucias, a los griegos candiotas que poseían en la isla algunos bienes.
Narsés había pagado la cuota que se le impuso, al ausentarse de Candía; pero a su regreso ya gobernaba la isla otro bajá más feroz que el primero y mucho más fecundo en arterías para satisfacer su insaciable codicia. Narsés cometió la imprudencia de enviar una corta limosna en moneda de oro al convento de San Eleuterio, situado cerca de Canea, y esto bastó para que el bajá exigiese de nuevo a Narsés una cantidad excesiva, dando por pretexto que el anterior gobernador no había graduado convenientemente la primera cuota.
Era imposible a Narsés pagar lo que se le pedía porque, conociendo ya el carácter turco, había dejado todo su dinero en una casa de comercio de Trieste, y sólo llevó consigo la cantidad necesaria para los gastos de su emigración. Muy pronto se vio obligado a huir de su propia casa para librarse de los tormentos que sabía le esperaban si llegaba a caer en manos del bajá, y a internarse en lo más áspero de aquellas montañas, que al fin tuvo que abandonar del mismo modo, por haberse visto precisado a dar muerte, en defensa de su propia vida, a uno de los agentes secretos que empleó aquel tirano para que lo condujesen a su presencia vivo o muerto. "



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