Bochorno (fragmento) Clarín
Bochorno (fragmento)

"La semana pasada estuve en casa de Lázaro, en una de sus fiestas. Fue también Trinidad, el profesor. Me costó averiguar lo que le pasaba, porque se colocó en una esquina con el gesto agriado y retorcido y no hablaba con nadie. Pero por fin, a fuerza de tirarle de la lengua, me entero de que estaba indignado con Jerry Pujol. Resulta que por su culpa rompió con Cleopatra, esa chica jovencita de ojos de gacela que estuvo saliendo con él bastante tiempo. Y ahí no acaba la cosa. Cuando empezó a dar clases, tuvo la suerte, me dijo, de que una alumna suya del COU de este año, monísima, le empezó a tirar los tejos. Eso le tenía entretenido y le ayudó a medio olvidar a Cleopatra. Las cosas iban bien y estaba contento. Pero una tarde, de pronto, a la chiquita le dio por ir a un recital de joven poesía que se celebraba en el Ateneo y ¡zas! Le encantaron todos los poetas que leían, pero de todos, el que más, ¡Jerry Pujol! Imagínate lo que tardó Pujol en averiguar que era alumna de Trinidad y, acto seguido, en ligársela. ¡Qué tipejo! Trinidad me decía furioso que Jerry tenía que haber leído el libro de Rene Girard Mentira romántica y verdad novelesca, y que por culpa del libro en cuestión, que me imagino que será complicadísimo, se había fascinado con la idea del deseo mimético, según la cual el hombre es incapaz de desear por sí solo y necesita que el objeto de su deseo le sea designado por un tercero (algo así). Y estaba muy claro que en este caso el tercero era él, se quejaba Trinidad. Porque me juró que él nunca le ha hecho nada malo a Pujol y que no entiende por qué el muy hijoputa se empeña en soplarle novias. Me dio pena y rabia, qué quieres que te diga. Me solidarizo con Trinidad y creo que deberías retirarle el saludo a Jerry Mira que te he dicho veces que me parece fatal que seas amigo suyo…
En la fiesta estaba también Karina, con un mocazo descomunal. Me dejó preocupada. «Kari», le dije, «¿no crees que te estás pasando?». ¡Se le cerraban los ojos! ¿Y a que no sabes lo que me contestó? ¡Que si me apetecía fumarme un chino con ella! Le dije que ni hablar y que si seguía así iba a durar muy poco. Y ella justificaba su exceso diciendo que estaba hasta las siliconas de su familia, que sus padres no dejaban de llamarla por teléfono para pedirle de malas maneras que no fuera tan descastada y que por lo menos tuviera el detalle de ir a comer algún día con ellos, porque al parecer se ha ido a vivir a casa de sus padres una tía de Karina que está muy enferma y que siempre la ha querido mucho, y la pobre mujer no deja de preguntar por su sobrina, que quiere verla, que dónde se mete. Y Kari la Picá, que se mete lo que se mete, pasa de todo y cuelga el teléfono sin despedirse cada vez que la llaman. Yo le dije: «Mujer, ¿qué te cuesta? En lugar de encabronarte, podías ir un día. Haces el paripé, tu tía encantada, tus padres se tranquilizan y asunto concluido». Y la muy bruta me mira y me vuelve a preguntar: «¿Te apetece un chino, o no?». Y claro, la dejé sola porque cuando se pone en ese plan, que lo hace con mucha frecuencia, no hay quien la aguante. "



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