El mundo en el oído (fragmento)Ramón Andrés
El mundo en el oído (fragmento)

"Es significativo que en muchas culturas la ceguera se relacionara con determinados privilegios otorgados por los regidores del destino, o bien al contrario, como castigo de la divinidad, que condenaba a quien cometía la osadía de medirse con ellos. ¿No fue impedido el tracio Támiris de la vista y el canto por haber desafiado a las Musas? En Grecia, por ejemplo, muchas personas privadas de este sentido practicaban la adivinación y frecuentaban los caminos de los oráculos, adonde acudían para revelar el devenir de los visitantes que les solicitaran. Apolodoro escribió en su Biblioteca mitológica que Fineo había sido castigado con la ceguera «por vaticinar a los hombres su futuro», cosa que los seres supremos no podían admitir. Y se cuenta que este adivino, al ser liberado de las Harpías, enseñó a los Argonautas la ruta de navegación, y también que Poseidón lo dejó ciego por haber aconsejado a los hijos de Frixo cómo afrontar la travesía desde la Cólquide a la Hélade.
En Egipto una buena parte de los más dotados arpistas fueron ciegos, y con frecuencia acompañaban el canto. No sólo la iconografía nos ha transmitido la presencia de aquellos amparados por Jentyenirty, sino también la literatura.
Son comunes los tañedores de arpa que atestiguan la condición de invidentes, como el representado en las paredes de la tumba de Patenemheb, en Sakkara, con los ojos deformados y una boca no falta de expresión. La conmovedora figura forma parte de un conjunto de cuatro músicos y toca un arpa de ocho cuerdas. No menos espléndida es la imagen del arpista, asimismo ciego, pintado en la tumba de Nakht, próxima a Tebas. Ciertamente, esta presencia en las representaciones funerarias tiene su par en las fuentes escritas, de modo que muchos de dichos arpistas son el alma de los poemas y de las inscripciones. "



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