Las amigas (fragmento)Aurora Venturini
Las amigas (fragmento)

"Mi enemigo mayor ha sido el pertinaz y degenerado elemento rigor mortis, que me mortifica como ha de mortificar a los difuntos que lo sufren fatalmente, y a mí me martiriza porque al ser muerta en vida, los cristales del hielo de tal caparazón significan cuchilladas. Y bajo tal caparazón van las malquerencias, los desprecios, el bagaje inmundo de la impudicia que cargo a mi espalda como el giboso su joroba. Me diviso niebla espesa y pude ser sol, pero la luz criteriosa hoy me muestra en un campamento mendicante y negativo de mis valores que, siendo muchos y reconocidos, molestan a los injuriosos nacidos en la plebe de la corrupción, y son la mayoría. Los más fornidos y los más descarados me vencieron aunque luché media mitad de mi existencia, igual me torcieron los brazos y la voluntad y ya no pude más con mis desvergüenzas y mis desventuras. Y acepté al final casi la cama podrida de sábanas manchadas de una reciente muerte dolorosa cuyo fantasma una vez me atropelló, tiró contra la pared, y sin darme cuenta terminé sentada tres habitaciones más allá, como una bámbola de trapo despavorida. Debí huir entonces. Debí escapar de un rodeo de muebles apestados de objetos increíbles por lo vulgar y opaco de sus materiales y estructuras, y de la vanidad de alguien que, enano, asegura ser atleta, figurándose deidad del Olimpo. Que no existe criatura peor que la criatura vanidosa capaz, no obstante, de lamer las suelas a un dador de jerarquías, nacido en el alto y jactancioso de sus habilidades y poderes, tal herencia pagaré llorosa y magullada. Tal herencia pagaré oyendo las risas de los dueños y entre salpicaduras horrendas, y todavía ruego atención a las bestezuelas del odio, que son las bestezuelas del duelo nuevo o renovado, el mismo, igual al antes padecido, aún peor. Y vuelvo al territorio de la muerte incursionando en el hogar de los muertos, vuelvo al territorio a saborear desprecios y muecas indecentes y a la venganza de aquellos que han tocado los límites más profundos de la depredación humana. ¿Y si no vuelvo? Dígame la sombra de mi sombra, la lágrima de mi lágrima, la vergüenza de mi vergüenza, ¿qué hacer? ¿Qué debo hacer?».
Finalizó la lamentación de Matilde que leyó del cuadernito y las tres que ahí estábamos sumando a Antonella cuatro gritamos ¡No vuelvas Matilde quédate con nosotras! y ella pareció sorprendida y trató de disimular que lo leído no era su verdad existencial sino un cuento que luego terminaría pero ninguna le creyó. "



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