Calais (fragmento)Emmanuel Carrère
Calais (fragmento)

"¿Sabe usted, señor Carrère, qué es lo más difícil aquí? La inercia de las cosas. Se cae uno rápido de las nubes. Se estrella uno al comprobar que esta ciudad no funciona. Que está todo paralizado: los progres en su burbuja, los ingenuos en sus torres, los políticos en sus poses de político y los profesionales de las alambradas a lo largo de la circunvalación y del túnel. Creo que me va a entrar una depresión aquí, señor Carrère. Por la noche volvemos a nuestra casa calentita entre ráfagas de noventa y cuatro kilómetros por hora mientras que… Ah, es verdad, que hemos dicho que no íbamos a hablar del tema.
Mire, Marguerite, yo hago lo que puedo. Conozco a gente, mucha gente, no solo a los progres en su burbuja, como dice usted, aunque sí encuentro reconfortante que haya progres con burbuja en Calais. Se ha invitado usted a mi reportaje, así que ya está, me va a ayudar usted, permítame que la cite de nuevo: «Cuando nos enteramos de cuál iba a ser su punto de vista, mi amigo y yo sonreímos. Nos dijimos que así podría usted hablar con toda tranquilidad de los parados, los alcohólicos y los hermanos por parte de padre que ocupan la ciudad. Los bomberos que votan al Frente Nacional y las parejas que terminan en el banquillo por iniciar a sus hijos adolescentes en la sexualidad incestuosa, cuando no están haciéndole felaciones a su pastor alemán. De las peleas que llueven a principios de mes porque acaban de ingresar la subvención solidaria y la gente hace cola en los cajeros, se va a hacer la compra a Auchan y se emborracha para luego enzarzarse en los bares de Calais-Norte».
Ahí, Marguerite, está hablando usted de la zona de urbanización prioritaria Beau Marais y del barrio de Fort-Nieulay, que son en Calais el equivalente de Outreau en Boulogne-sur-Mer: los sitios que dan miedo, y cuya violencia asusta mucho más que la delincuencia de los migrantes a alguien como mi amiga Marie-Claire. Lo que se llama barrios «prioritarios», solo que ahora, como dice con una sonrisa cansada Kader Haddouche, prioritaria es la ciudad entera. Kader tiene treinta y nueve años, es nieto de un soldado francés musulmán, hijo de argelinos analfabetos (su padre está jubilado, trabajaba en el amianto, su madre es limpiadora), origen no tan frecuente en una ciudad que, a diferencia de la cuenca hullera, no ha recibido prácticamente inmigración. No hacía falta mano de obra suplementaria: había la necesaria, allí mismo, para el encaje. Y esa fue, paradójicamente, la suerte de Kader: el encaje no cogía, como dice él, más que a «calesienses de rancio abolengo»; como, al ser árabe, no tenía ninguna oportunidad, tuvo que estudiar, mientras que sus amigos de la infancia, que contaban con un trabajo en el encaje, no. Así pues, Kader se hizo profesor de biología en un instituto de formación profesional mientras que sus amigos «calesienses de rancio abolengo» figuran todos más o menos en el cuadro que me ha pintado usted, Marguerite: paro, alcoholismo, desesperación y racismo. Los distritos 20 y 21 del área metropolitana de Calais, que en las últimas elecciones regionales otorgaron más del 50 % de votos al Frente Nacional, se encuentran en el Beau Marais, donde se vomita encima de los migrantes aunque nunca se vea a ninguno, porque ellos tampoco tienen ninguna razón para acudir a ese barrio. Kader milita, se presentó (como Marie-Claire) por la lista de la oposición que encabezaba el diputado socialista de Pas-de-Calais. Obtuvieron un 20 %, un resultado digno. "



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